M style="text-transform:uppercase">ientras la educación se utilice como arma política arrojadiza, mal nos irá, pero lo peor no es ni siquiera eso; lo peor es en las manos en que está la educación en Andalucía.

¡Cómo se atreve!, Sra. Adelaida de la Calle, consejera de Educación de la Junta de Andalucía, a decir que este desastre lo es por los niveles de analfabetismo de la Transición.

Sólo por argumentar eso, a usted deberían hacerla dimitir ipso facto.

Qué diferente es el mensaje, cuando cada año, al iniciarse el curso escolar, su Consejería emite un panfleto en forma de tribuna periodística, en el que se hace un brindis al sol de lo estupendos que son y lo bien que está todo.

Este año ha ido de ensalzar la labor de los maestros; el año pasado la tribuna la firmó usted misma.

En un cínico ejercicio de demagogia nos hablaba de la calidad, la excelencia, la igualdad de oportunidades y -es para partirse de risa- la equidad en las señas de identidad del sistema educativo andaluz.

Pues vaya revés les acaba de soltar el informe PISA; puesto en entredicho, por cierto, por algún inútil responsable de su Consejería, cuando los datos no son buenos, claro.

¿No se les cae la cara de vergüenza? No, está claro que no.

¿O es que en realidad quieren convertirnos en pajaritos para meternos en una jaula?, como decía Carlos Cano.

Una jaula de mediocridad que les permita a ustedes seguir donde no deben.

Pero les va bien eso; claro que sí, porque sólo desde la mediocridad del gobernado puede otro mediocre gobernarle.

Portugal, más pobre que nosotros nos lleva un espacio sideral en materia de educación.

Más viajes allí para aprender como lo hacen, y menos demagogia, foto y postureo.

El origen del desastre no está en el presupuesto. Está, me temo, en el desarrollo de un objetivo perverso, por el que se entiende que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía esté en tales manos.

¿Y usted es quien dice que en 2020 se va a reducir el fracaso escolar en Andalucía del más del 30% actual al 15%?

Dejen de tomar el pelo a los ciudadanos y a los profesionales con vocación que se dedican a la educación. Dejen de contar mentiras.

Susanita, usted es la responsable. Haga algo, por favor, para dejar de ser cola de ratón. De lo contrario, acabaremos todos comiendo bolitas de anís y chocolate y turrón.

¿O es que en realidad de eso se trata?

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