Ya está aquí. Hoy recibimos al verano como mandan las leyes de la naturaleza. A la hora señalada en los anales del universo, el astro sol estará en su sitio y sus rayos comenzaran a decirnos que comienza una nueva estación. El verano ha llegado con puntualidad taurina.
Por esta época nuestra ciudad ya mira de cara a su costa: la de la ría y la del mar.
Las vacaciones escolares han comenzado después de ese triste pero esperado trance de los exámenes, que nos ponen a prueba de nuestros estudios y de las calificaciones.
En verdad eso de que las notas hoy día es un calvario. En otros tiempos se regían por cuatro calificativos: suspenso, aprobado, notable y sobresaliente. Hoy no. Además de llamarse así, están las puntuaciones, con décimas incluidas. Hoy existen los exámenes para subir nota y poder alcanzar una mejor probabilidad en el ascenso de la asignatura. Hoy está la Selectividad (¡Cuántos recuerdos de la antigua reválida, o Examen de Estado!). La verdad es que los jóvenes lo tienen difícil. Antes, se elegía un estudio universitario y basta. Hoy tienes que tener unas condiciones de valoraciones y puntos de examen que no hay quien se lo salte. Ya no puedes estudiar lo que quieras, sino lo que puedas escoger y donde puedas ir. Todo muy complicado. Así es la vida... la vida en los tiempos actuales.
Pero el verano será un paréntesis. Para olvidar y respirar el aire del mar unos meses. Para tomar nueva savia y airear el espíritu.
En pocos días nos vamos a purificar junto a la orilla, en el campo, en el bosque o en la montaña con las tradicionales Hogueras de San Juan. El fuego puede con todo. Saltemos por encima y que al menos en este periodo de tiempo que hoy nace en el calendario, nuestro corazón se inunde un poco de alegría y nuestra vista en la contemplación de esos paisajes idílicos de nuestra provincia de Huelva, que son un auténtico recreo para el alma y un orgullo para quienes nacimos en este sur onubense y marinero.
Estamos en el estío recién llegado. Vamos a intentar vivirlo, si Dios quiere, y compartirlo con euforia con quienes nos rodean.
La playa y la Sierra son los dos ases de una baraja llamada Huelva, donde todas las cartas nos muestran lo mejor de la provincia.
La mar es una promesa que nos llama. Las olas las caricias azules de un océano que se acerca a besarnos. Y en la orilla, una vez más, quedarán para siempre nuestras huellas perdidas en esas bajamares que nos muestran el camino de una eternidad, que se hace más bella y esperada cuando el sol baja y se pierde por el horizonte, para ofrecernos el éxtasis de un cuadro hecho realidad que solo el Hacedor supo plasmar.
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