Antonio Carrasco

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El verano ha terminado

Ni el colegio ni la vuelta al trabajo. En Huelva el final de las vacaciones lo marca el regreso al templo. Vuelve el Recre

El verano terminó. Me da igual lo que diga el calendario, si todavía hace calor o si vamos a seguir yendo a las playas hasta que nos tengamos que poner la sudadera. El verano acaba cuando 'llega' de verdad el Recre. Siempre ha sido así. Es un recuerdo de infancia que mantengo grabado en el subsconciente. Se trata de una especie de reloj biológico que me marca que en Huelva el final de las vacaciones es un hecho. De niño ni siquiera lo era el colegio, que solía hacerlo algo después de las primeras jornadas. Siempre lo he notado así. De pequeño el verano acababa cuando mi padre me traía el carnet renovado y me plantaba ante el primer partido de liga albiazul. Llega el Recre, la competición de verdad más allá de bolos aburridos de verano. Comienza la temporada y se acabaron las vacaciones. Ahora empieza lo bueno.

Con los años tuve la oportunidad de disfrutar de esa religión albiazul de un modo profesional, de cerca (a veces demasiado porque hay cosas que mejor no ver ni saber), compartir experiencias, gozos y penas (con más frecuencia de la que me habría gustado) y a pesar de sentirme un privilegiado siempre eché de menos la grada. Llegar al campo con tiempo, saludar a los amigos, la tertulia de antes, los sesudos análisis previos sobre el once y las sentencias infalibles con el choque acabado. Disfrutar de esa plataforma exterior de tribuna convertida en paseo de rostros conocidos, gente familiar a la que identificas y saludas en el campo porque te une un sentimiento de unión pero que te son totalmente anónimas en cualquier otro momento.

Volveremos a nuestro templo el sábado, rebuscaremos en el fondo del cajón esas camisetas por las que sentimos un cariño especial o luciremos los novedosos diseños del curso actual. No importa mientras lleve nuestro escudo. Se acaba una espera interminable. Son cinco meses sin fútbol oficial, sin Recre. Sin esa familia de 10.000 fieles que hacen grande a esta entidad cicatrizada de sinsabores.

Por delante nos quedan diez meses largos, en los que seremos los mejores una semana y le meteremos fuego al vestuario en la siguiente. Habrá días de alegría, de tristeza, lluvia, frío y calor. Pero cada semana renovaremos la ilusión, nos pondremos nuestra segunda piel y caminaremos hacia nuestra cita con el abuelo.

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