Desde mi ventana se ve Huelva, no es una ventana física, viene conmigo y yo solo decido cuando asomarme.

Esta mañana al abrirla me encontré de frente la primavera en su máximo esplendor, desde mi ventana veo los pinos reverdecidos y me llega un aroma a campo y a mar, a romero y lavanda, a tomillo y a jara. Desde mi ventana la luz es limpia, clara brillante, tan brillante que me obliga a sonreír dejando que el sol me caliente el alma y me traslade fuera de la rutina diaria que a veces me impide ver el espectáculo de un paraíso terrenal que inunda los sentidos. Desde mi ventana se ve Huelva.

Desde mi ventana veo el mar, y la luz de sol del mediodía se refleja en el agua como si fueran miles de luces que se encienden y se apagan, y me llega un olor dulce y salado que despierta mis sentidos, que me hace cerrar los ojos y respirar profundo para que entre el aire limpio hasta la última célula de mi cuerpo y me renueva y me vuelve a hacer sonreír sin motivo alguno, dando gracias por este sencillo momento que se hace transcendente, único, efímero y valoro la suerte de estar aquí para vivirlo. Desde mi ventana veo terrazas con gente sentada al sol, riendo, bebiendo, en las mesas hay platos de jamón, gambas, chocos fritos, tortillitas de camarones, se ven niños jugando en la calle de una ciudad amable, pequeña, acogedora, bulliciosa, se ven enormes montañas de arcilla, los cabezos, repletos de una naturaleza salvaje, primitiva, sin orden ni concierto, pero asombrosa. Desde mi ventana veo la playa, llena de luz, brillante, caliente y no se ve nada más que agua y arena, kilómetros de una línea de arena interminable, limpia, blanca y suave, enmarcada entre los pinos y el mar, entre reservas de la biosfera y parajes naturales, entre Portugal y Cádiz, entre una sierra de dehesas con microclimas inimitables que guardan el secreto del mejor jamón del mundo y el mar inmenso y lleno de vida. Desde mi ventana se ve Huelva.

Desde mi ventana se intuye la historia de un pasado glorioso, de hazañas de viajes ultramarinos que nadie antes se atrevió a plantear, de legados de culturas que dejaron el origen de deportes y costumbres que después se extendieron por todos los rincones de España pero que nacieron aquí, de tradiciones de fervor religioso que trascienden nuestras fronteras, de acontecimientos que marcaron la historia del mundo precipitando el fin de conflictos bélicos. Todos tenemos una ventana que decidimos si la abrimos o la dejamos cerrada, la realidad es la misma para todos, pero cada uno decide hacia dónde dirigir la mirada, algunos parecen querer ver solo lo negativo, quedando ciegos ante la belleza que nos hace disfrutar a diario de una naturaleza exuberante de colores y de olores, propiciada por un clima privilegiado y de una historia que cambió el mundo y se nos ofrece a diario delante de nuestra ventana. Cada uno puede ver lo que quiera y contarle al mundo lo que ve, yo solo puedo decir que desde mi ventana se ve Huelva.

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