La otra orilla

A tiempo de actuar

Debemos tener claro que la energía no puede ser un negocio, ni un producto de lujo para enriquecer a unos cuantos

Una nueva ola de calor invade Europa. En nuestro país esta ola se ha cobrado y se está cobrando muertos. A pesar de los negacionistas, aquellos que antes dudaron del COVID, de que la tierra fuera redonda, el cambio climático existe. Aunque publiquen sus dudas en redes sociales, colaborando a la destrucción del planeta y de la humanidad, los cambios físicos existen y uno de los más peligrosos es el aumento medio de la temperatura anual global, así como aumentos de temperaturas en deferentes puntos del planeta. También ha aumentado la temperatura media del agua en los océanos y el nivel medio del mar. Además se están reduciendo los glaciares y hay animales que están migrando a nuevas zonas.

La agricultura es uno de los sectores más directamente afectados, ya que cambia el cima y las condiciones en las que se desarrollan los cultivos, tanto las temperaturas como las lluvias. Esta situación se ha convertido en una crisis climática mayúscula e injusta, tanto por las consecuencias en los ecosistemas como en las consecuencias sobre las personas. Las olas de calor demuestran que la forma de mitigarlas no depende tanto del código genético como del código postal.. En los países con menos recursos y en las personas más empobrecidas hay una mayor dificultad para adaptarse a estos cambios.

La desigualdad social es manifiesta. No es lo mismo combatir el calor desde una casa ajardinada con piscina y climatización, que desde una casa rodeada de cemento, sin zonas verdes y sin recursos para pagar aire acondicionado o un simple ventilador. El cambio climático ya está aquí, ya lo estamos sintiendo con claridad desde hace unos años, y cada vez lo sentiremos más si no actuamos con urgencia. Si somos capaces de no aumentar la temperatura global más allá del 1,5 grados lograríamos que las consecuencias no fueran tan graves; y aún estamos a tiempo de lograrlo, reduciendo el consumo de energía, mejorando la eficiencia de los procesos para reducir la energía que se necesita para producir, produciendo energía con fuentes renovables: solares, eólicas, geotérmicas, hidraúlicas, dejando a un lado la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el gas o el carbón.

Debemos tener claro que la energía no puede ser un negocio, ni un producto de lujo para enriquecer a unos cuantos, los mismos de siempre. La energía es un derecho. El cambio climático ya está aquí y se hace imprescindible actuar, actuar hoy, Todavía estamos a tiempo.

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