La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Con el 'La, la, la' en los talones

Resignación, Massiel: vivirás con el 'La, la, la' en los talones y Eurovisión lo resucitará cada año

No pasa festival de Eurovisión sin que entrevisten a Massiel para que reniegue del La, la, la. Se comprende que haya éxitos que persigan como una maldición. Hace poco comentaba, con motivo del fallecimiento de Doris Day, que llegó a aborrecer el Qué será, será del que jamás pudo huir. Sobre todo porque no quería que borrara dos décadas de éxito como cantante. La jovencísima Massiel, en cambio, sólo tenía dos años de profesión en los que había buscado el éxito en festivales de la canción, interpretado un par de películas yeyé -Vestida de novia con Pedrito Rico y Codo con codo con Micky y Bruno Lomas- y grabado Rufo el pescador de Manolo Díaz y Rosas en el mar y Aleluya nº1 de Aute. Esta cantante emergente, ligada tanto al mundo de la canción comercial como al de los cantautores, dio el bombazo eurovisivo del La, la, la del Dúo Dinámico al que llegó como las coristas de las comedias musicales que se convertían en estrellas porque la primera vedette se torcía un tobillo: gracias a la expulsión de Serrat que quiso interpretarla en catalán.

Eso pareció inclinar su carrera hacia la canción comercial además de convertirla en un icono propagandístico del franquismo. Agustina de Aragón la llamó un comentarista entusiasta y que ganara a Cliff Richard en el Royal Albert Hall de Londres se interpretó poco menos que como la venganza de una insumergible Armada Invencible derrotando -ahora sí- a la pérfida Albión. Tras ello Massiel intentó borrar su mancha grabando canciones de Aute, Pablo Milanés o poemas de Bertolt Brecht, sin abandonar la línea comercial con otras de José Luis Perales o Juan Pardo. Como era una buena cantante y una mujer de arrolladora personalidad tuvo una feliz carrera hasta su retirada en 1997, casi 30 años después de su éxito eurovisivo.

Pero el La, la, la la persiguió y la perseguirá siempre. No sólo porque es pegadiza, sino porque tiene la capacidad de representar y revivir un momento de la historia de España como símbolo de la culminación del desarrollismo de los años 60 -Massiel ganó Eurovisión el año 68 del inicio del Segundo Plan de Desarrollo- al igual que La chica yeyé de Conchita Velasco lo fue del Primer Plan de Desarrollo del 64. Y, cosas de la vida, también había sido escrita para un hombre, Luis Aguilé. Así que resignación, Massiel: vivirás con el La, la, la en los talones y Eurovisión lo resucitará cada año.

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