En esta misma columna el pasado día 20 me refería a Doñana como "una explosiva polémica electoral", cuando no hacía más que surgir el debate sobre tan controvertida cuestión. Sólo unos días después Alfonso Guerra, que conoce muy bien la problemática del Parque Nacional, se ocupaba del asunto afirmando: "Se está utilizando como disparadero electoral y eso es un error". Llama mi atención la coincidencia detonante de las expresiones. Como se ve un argumento contundente que el gobierno, responsable decisivo de los problemas hidrológicos de Huelva, al que se agarra como a clavo ardiendo para poner a la opinión pública contra el Partido Popular, en esta singular coyuntura electoral, tras la Propuesta de ley sobre regadíos en el entorno de Doñana, considera que convenientemente articulado y manipulado, supone un poderoso recurso de fuerte repercusión electoral, como estamos viendo, y decisiva influencia para quienes no están bien informados sobre el tema, que son, desgraciadamente, muchos, incluidos los políticos.

No es baladí ni falso reconocer, aunque el gobierno ni lo haga ni lo hará, su nefasta gestión en Doñana, incluida la de la Junta de Andalucía gobernada por los socialistas y el propio gobierno central, reconocida por los propios técnicos del Parque hace ya muchos años y de cuya problemática dejamos constancia en columnas publicadas en 2011 y 2014. El propio Alfonso Guerra admitía en esas últimas declaraciones que "lleva tiempo en una situación francamente mala". Y es que no se puede ocultar la verdad: Doñana y su entorno no tienen agua porque no se han realizado las obras de abastecimiento para satisfacer las necesidades hídricas del Parque Nacional y los regadíos de su entorno. Porque, además, se están incumpliendo las 12 obras de infraestructuras que el gobierno se comprometió (Ley 10/2018, de 5 de diciembre sobre transferencia de recursos de 19,99 hm³ desde la Demarcación Hidrográfica de los ríos Tinto, Odiel y Piedras a la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir) infraestructuras que llevarían el agua ¡en superficie! a esta comarca para regadío y abastecimiento más que suficiente para todo el territorio protegido. Dos de las obras comprometidas serían suficientes en principio: el desdoblamiento del túnel de San Silvestre y la terminación de la Presa de Alcolea. Pero estos datos se silencian, se falsean, se solapan con insultos, acusaciones, descalificaciones, ofensas y amenazas, culpando sin pudor, no sólo a la oposición, sino también a los más afectados, los regantes que padecen de manera dramática la sequía que arruina la zona. Con las medidas propuestas por la administración andaluza se beneficiaría a 1.500 agricultores, generando un buen número de empleos y se resolvería sobradamente el problema del Parque Nacional. Pero ¿qué queremos de Doñana? ¿Convertirlo en un talismán sacralizado, una deidad venerable, un tesoro oculto, un artefacto de enfrentamiento electoral?...

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