La tablet llegó y venció

¿Cómo comparar el juego de los niños en el parque con los retos que entraña el 'Minecraft'?

Llegó el día señalado, las vacaciones escolares han irrumpido, para felicidad de unos y complicaciones para otros, lo que suele ocurrir cuando trabajan los papás y las mamás y se somete a los abuelos a vigilar y acompañar a los niños, no sea que se aburran, como pasa de vez en cuando.

Ya hace tiempo que los países más adelantados de Europa disfrutan de medidas especiales para conciliar las horas laborables de las familias con las jornadas vacacionales de sus hijos, pero ocurre que eso de la conciliación, tan habitual en los países nórdicos, apenas se conoce todavía en nuestro país. Lo más avanzado es programar talleres recreativos en espacios privados, arriesgándose a arruinar económicamente a la familia, o bien los mal llamados campamentos o actividades en el mismo colegio, a 40 grados (ya saben, no existe el aire acondicionado en las escuelas).

Pero This is Spain y hay que elegir: o se quedan los padres sin trabajar o los niños sin vigilar. Éste ha sido el panorama de los meses estivales hasta que llegó el "invento de los inventos", ese juguete ansiosamente esperado que consigue ocupar a los niños hasta perder la noción del tiempo y sin hacer trastadas: la tablet llegó y venció. El parchís, los cuentos y los "dibujos libres" pasaron a mejor vida ¿Cómo comparar el juego en el parque con los retos que entraña el Minecraft? Ver dibujos animados aburre pensando en la tensión del Clash Royale y la emoción del Pokemon Go no se conseguirá nunca jugando al parchís.

Aceptemos, por salud mental, que los posmillenials, esa generación posterior a la Z (nacidos entre 1994 y 2010), o generación Glass (por el uso desmedido de pantallas), podrán entrar en un estado catatónico y sin saber qué pasa a su alrededor, pero aceptemos también que se trata de la generación más preparada y mejor dotada en el uso de tecnologías. Sin olvidar que los abuelos, que acompañan en vacaciones, pueden hacer de todo porque los Z y postzetas sólo se mueven del sofá para cambiar de dispositivo o añadir otro.

Es inevitable que reconocer peculiaridades comunes en cada generación solamente sirva para clasificar a las personas, porque algunas de ellas son muy positivas y etiquetar no siempre se traduce en deshumanizar. Si tienen algún Z en casa, ya habrán observado cómo son de autodidactas, cómo dependen menos de sus compañeros, cómo protegen su vida personal (aunque sea por los riesgos) y cómo nunca, jamás, harán solamente una cosa. Hay mucho que hacer.

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