La otra orilla

víctor rodríguez

El tablero

Las guerras actuales ya no serán con grandes ejércitos de Infantería en un campo de batalla, todo es ahora mucho más sutil, los soldados de hoy son los ceros y los unos, el código binario que mueve las redes informáticas, y, por ende, todo el mundo. Si antes las víctimas eran las ciudades bombardeadas y las granjas saqueadas, hoy son los consumidores.

No hace mucho me compré un coche diésel, tendencia mayoritaria, y me lo vendió un señor comercial de cierta edad, experimentado y atento. Hoy, si aparezco por la marca de automóviles que con tanto interés publicitario puso el modelo en el mercado, ha desaparecido todo rastro, y me miran como si fuera un ser antiguo. Por cierto, del vendedor mayor y atento tampoco queda ni rastro y ante la pregunta de ¿dónde está José? Vuelvo a recibir la misma respuesta que con el coche diésel; José, ¿qué José?

Se lanzan mensajes constantemente que no tienen detrás planteamientos serios y coherentes sobre hacia dónde ir. Se ha estigmatizado el diésel cuando aún no hay alternativas reales, ¿qué es peor el aumento del NO2 o del CO2? El vehículo eléctrico está bien si las fuentes de generación de electricidad son renovables, porque si vienen del carbón, lo único que hacemos es trasladar la polución del centro de las ciudades a las periferias donde se produce.

El conflicto comercial entre los Estados Unidos y China va camino de generar una nueva guerra fría, quizás no nuclear como aquella de la segunda mitad del siglo XX, donde tanto miedo nos daba esa hecatombe radiactiva, pero no por ello menos dañina. Aquella contra la Rusia comunista tenía mucho de simbolismo, la de hoy, de fanfarronería, que es peor, porque no mide tanto los pasos como la de Reagan contra Andropov, sino que se basa en la testosterona y en los sentimientos de agravio. Los años de apertura, de eliminación de fronteras, de visión global, se van sustituyendo por los del cierre y defensa mediocre de lo propio sobre lo común. Mientras, los ciudadanos cuando hacemos caso a todo lo malo que está por venir, andamos desorientados, corriendo asustados, como hormigas al levantar la piedra que cubre el hormiguero. Parémonos, mantengamos la calma y seamos críticos. Miremos más allá, analicemos y descubramos los filtros que distorsionan la realidad. Puede que no seamos más que peones en este tablero, pero no despreciemos nuestra capacidad de hacer cambiar la realidad… Somos más.

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