El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

La supervivencia de Huelva

Esta tierra se muere si no se le atiende ya y con soportes vitales mínimos, como son ahora las comunicaciones

El lunes le advertía a alguien influyente que Huelva se nos muere. Así lo creo. Con esta última crisis, a pasos largos, con marcha rápida. Por eso hay que actuar con urgencia. Actuar de verdad y cuanto antes.

Lo decía a cuenta de la autovía A-83, la que debe conectar la capital con Badajoz. El proyecto ha salido del olvido en Madrid y da los primeros pasos ahora para la autorización ambiental en el Ministerio de Transición Ecológica. Pero no es la planteada carretera desde San Juan del Puerto hasta Zafra, no, es sólo un tramo, hasta Zalamea la Real. Poco más de un tercio del total. Un avance pero insuficiente. Y muy muy lejano aún.

Ya se sabía hace tiempo de su archivo en un cajón. Ahora queda en suspenso el resto de la A-83 por razones ambientales, por insuficiente volumen de tráfico hacia el norte, e incluso por cuestiones económicas, dada la inversión elevada para salvar una complicada orografía.

¿Son razones de verdad de peso? ¿Pesa más la afección del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche que las de otros parques en otras provincias? ¿No habría más tráfico con una autovía? ¿No se evitarían con ella muchos vehículos el obligado paso por Sevilla por la A-66 para llegar a la costa de Huelva? ¿No se reduciría así algo la presión en la A-49? ¿No habría nuevas rutas comerciales de Extremadura hasta el Puerto de Huelva? ¿No justificaría todo eso la inversión necesaria para todos los viaductos y túneles que son tan comunes en el norte?

Llevamos demasiado tiempo hablando del empujón necesario de las infraestructuras al extraordinario potencial de Huelva. También de la enorme deuda histórica con esta provincia por la falta de inversiones hace años. Y más que de justicia hay que hablar ya de supervivencia. Porque esta tierra se muere si no se le atiende ya y con soportes vitales mínimos, como son las comunicaciones, en una época de total dependencia de la logística.

Mucho se habla ahora de territorios vaciados. Aquí los tenemos en la Sierra, en el Andévalo, donde cada vez es más difícil llegar y más fácil salir sin viaje de retorno. Seguramente saliendo por la A-66 en vez de la N-435 porque la capital y la costa acabarán muriendo también, ancladas en un rincón del mapa, aisladas cada vez más por tren, sin avión, con una agricultura que acabará tocando techo si no tiene otras vías de salida y un turismo relegado por la creciente competencia incluso al lado de casa. Sobran las promesas y las disputas políticas. Falta actuar. La vida de Huelva depende de ello.

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