La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El sueño de la razón produce populistas

La incapacidad del PSOE y el PP ha dado a los populismos radicales una presencia política que nunca tuvieron

Este diario y las otras cabeceras del Grupo Joly permiten que Alfonso Lazo siga impartiendo docencia como lo hacía en las aulas de la calle San Fernando en las que hace tantos años tuve la suerte de ser su alumno. Y con ello que nuestros lectores reciban hoy sus enseñanzas en forma de artículos. El que publicamos ayer, Autenticidad y copia, expone de forma sencilla lo complejo al abordar el actual panorama político dominado por el triunfo del Estado de Bienestar asumido como algo irrenunciable por todos los partidos democráticos progresistas o conservadores (otra cosa son los populistas, pero ni ellos se atreven a cuestionar abiertamente lo conquistado).

La idea eje del artículo del profesor Lazo es esta: "La socialdemocracia ganó la guerra y ahora en los países europeos rigen en la práctica sus principios". Recuerdo sus clases sobre el desarrollo de las políticas de bienestar desde la Revolución Francesa ("Los socorros públicos son una deuda sagrada. La sociedad debe la subsistencia a los ciudadanos desdichados, sea procurándoles trabajo, sea asegurando los medios de vida a los que estén impedidos de trabajar", Constitución de 1793, artículo 21) hasta la posguerra de la Segunda Guerra Mundial pasando por el Estado Providencia del Segundo Imperio francés o el Estado Social de Bismarck. Lo conquistado es irrenunciable en las democracias europeas, dejando a la izquierda y la derecha moderadas con tan poco margen para diferenciarse que la primera -escribe Lazo- "se quedó sin objetivos, así que dejó de ser moderada y el socialismo sustituyó las antiguas ideas, ya cumplidas, por la ideología y el tono de aquello que llamamos progresía" y la segunda "en lugar de mantener la propia personalidad, incapaz de superar sus complejos, copia lo políticamente correcto".

Las diferencias entre ambas radican en los medios para lograr este mismo fin irrenunciable de las conquistas democráticas y sociales. Su incapacidad para consensuar las grandes cuestiones que garantizan el bienestar de los ciudadanos y de las generaciones futuras, sumado a los efectos de la crisis financiera de 2008 y la crisis sanitaria, social y económica provocada por la pandemia de 2020, ha dado a los populismos radicales una presencia política que nunca tuvieron sus antecesores -recuérdese los pobres resultados electorales del PCE, FN o UE- en nuestra historia democrática.

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