Antonio Carrasco

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Ha sobrado paternalismo

Nos ha faltado ver con toda crudeza los efectos del virus para tomarnos mucho más en serio las medidas preventivas

Buenas intenciones, carteles coloridos y mucha bondad acompañaron a la sociedad en la lucha por la primera ola de esta maldita pandemia. Fueron tiempos edulcorados en los que mientras el colectivo sanitario junto a otros servidores públicos luchaba de cara a la más terrible tragedia que nuestra generación ha conocido otros muchos la afrontamos sin conocer la realidad de su rostro. Fue un error no enseñarnos el lado más terrible, el más cruel. Nos imaginamos una enfermedad que afectaba a otros, unos muertos que nunca íbamos a conocer y una crisis que golpeaba a los demás mientras pasaba de largo por nuestro lado. Nos dijeron que habíamos vencido al virus, que saldríamos mejor o más fuertes o que unidos le íbamos a ganar. Corrimos todos a celebrarlo.

La victoria estaba en el respeto a las normas, el cumplimiento de los protocolos y para ello debíamos habernos tomado más serio el enemigo al que nos enfrentábamos, toda su capacidad para hacernos daño. El ánimo en esta segunda ola flaquea. Muchos hemos tardado siete meses en comprender lo mucho que nos jugamos, el riesgo que corremos así como la fragilidad de nuestro sistema. A la sociedad le cuesta prepararse de nuevo para la batalla cuando hace mes y medio le decían que estaba controlado, los positivos tendían a la contención o la vacuna estaba en camino.

Quizá habría sido más conveniente ver la realidad. Nos quisieron ocultar las escenas más, la larga lista de ataúdes, los velatorios solitarios o los enfermos aislados sin calor humano en habitaciones de hospitales. Hasta Ifema nos lo enseñaron con la mejor cara, sin que entendiésemos nunca la verdadera crudeza con la que cientos de personas pasaban días y noches separados por una mampara sin más compañía que la de los valientes que los atendían. Nos hemos perdido en datos deshumanizados olvidando las historias que hay detrás.

Ha sobrado paternalismo y ha faltado realidad. Las campañas de accidentes de tráfico fueron efectivas cuando nos mostraron las consecuencias sin filtro. Si todos coincidimos en que el impacto de la segunda ola podría haber sido menos dañino con un mejor respeto a las normas por parte de todos, quizá el respeto al virus debíamos haberlo adquirido mucho antes.

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