En el cetro del Reino de España se me ha muerto Pilar Pulgar, con quien tanto quería (Elegía a Ramón Sijé de Miguel Hernández). Su vida ha sido una constante entrega a unos valores, unas ideas, un modo de crecer comprometiéndose con un mundo mejor y unas creencias que desde niña abrazó por propia voluntad, difundió con coraje y culminó con luminosidad.

Podría escribir un libro entero sobre esa mujer que llegó hasta nosotros sin romper un cristal, humilde y en silencio y que, dada su personalidad, al paso del tiempo el pueblo de Palos la elevó por mayoría absoluta hasta el sillón de la Alcaldía.

Hablamos, sí, de aquellos tiempos de su estancia en Caracas y después en Stanford para volver con José María, su esposo, a este rincón perdido de La Rábida donde encontró y ejecutó todos los planes que bullían en su mente.

Cuando dejé mi puesto al frente de la Delegación Provincial del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, recibí una carpeta repleta de fotografías, reportajes, entrevistas... de todos los periódicos donde había aparecido ejerciendo las diversas actividades anejas al cargo. Todas ordenadas por fechas. Sorprendido ante tal actitud y habiéndole preguntado el motivo de tan escrupuloso seguimiento, contestó entre sonrisas que era su deber. Así sencillamente.

Posteriormente, observada su altura humana, su espíritu tenaz, su manifiesta popularidad, su innata ética y su indiscutida honradez, creyó haber llegado el tiempo de subir un peldaño y aceptó el envite de engrosar la lista de UCD en momentos difíciles, aceptando el combate de las Andaluzas, eso sí, como independiente.

Luego tuvimos numerosos encuentros unidos por nuestro origen democristiano y llegado el Congreso de la refundación de PP, ella siguió la senda popular mientras que yo era el independiente.

Después seguimos caminos distintos, ya que su voluntad arrolladora la llevó a desempeñar tareas en las Cortes y misiones en países lejanos, donde era necesario observar la limpieza del proceso electoral democrático.

Y un día, calladamente se marchó y no volvió. La echo de menos, igual que los palermos y cuantos han conocido su elegante grandeza. No tenía horas para sí. Todo, antes que renegar a su promesa, a su causa.

Ten la seguridad, Pilar, de que no te olvidaremos y en Palos, junto a la iglesia colombina, San Jorge, estará celebrando el nombramiento de Alcaldesa Perpetua.

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