El Malacate

Javier Ronchel

jaronchel@huelvainformacion.es

¿Será éste el año de Huelva?

Los onubenses estrenamos 2023 con la esperanza de que en los próximos meses podamos ver la llegada de las inversiones públicas que hace años se le deben para salir de su aislamiento

Exterior del Chare de Lepe, acabado desde 2017, pendiente sólo de un acceso a la autovía.

Exterior del Chare de Lepe, acabado desde 2017, pendiente sólo de un acceso a la autovía. / Jordi Landero

El cambio de año, entre recuerdos del pasado y retos del nuevo en el ámbito personal, también nos lleva a preguntarnos si veremos colmadas en los siguientes doce meses algunas de las necesidades que tenemos en la provincia de Huelva, relegadas todavía a la categoría de aspiraciones y anhelos, que la alejan de materializarse antes de lo que sería conveniente.

Pese a que la experiencia de años anteriores no invita a esperar mucho de este 2023, el optimismo debe ser la llave que nos lleve a conseguir los objetivos a todos los onubenses. Fe, que no inocencia. La creencia de que podemos (y debemos) alcanzar los diferentes hitos que lleven a desplegar todo el esplendor contenido en la provincia, agazapado, esperando su plenitud cuando se le abra el camino por delante.

Ha sido así, con perseverancia y mucho sudor, que se ha conseguido en los últimos meses desbloquear algunos proyectos que ya prácticamente se daban por perdidos, por más legitimación que hubiera para lanzarlos. De esta manera, a finales de este año será una realidad el CEUS, el Centro de Ensayos de Sistemas No Tripulados que se construye ahora en Moguer y que impulsará a Huelva como referente europeo en el sector aeronáutico. Ya está en marcha y no debe haber ningún contratiempo más.

Lo mismo ha ocurrido con el nuevo túnel de San Silvestre, una infraestructura fundamental para el suministro de agua en la provincia que va a empezar a ejecutarse este año después de no menos esfuerzos. Todavía hay escepticismo sobre si esa construcción será efectivamente un desdoble, como se demanda desde todos los sectores económicos de Huelva, dependientes de esta conducción, y si no sufrirá algún otro parón en su procedimiento.

Así empuja a sospechar la experiencia de la presa de Alcolea, paralizada su construcción hace años sin llegar a la mitad de su ejecución, y lastrada en estos momentos por excusas injustificadas, que han causado un grave perjuicio al riego en la agricultura onubense y debilitadas las reservas en una provincia que no debiera pasar grandes apuros por la falta de lluvia y en un momento en el que la sequía ha dejado cortes de suministro doméstico en varios municipios de la Sierra y en explotaciones agropecuarias de toda la provincia.

Estos meses también comenzará a ejecutarse la vía de servicio que conectará la A-49 con el centro hospitalario público de Lepe, cerrado hace más de un lustro, aún pendiente de entrar en funcionamiento por la falta de esta pequeña carretera que representa en gran medida lo que viene sufriendo esta provincia hace años por el inmovilismo y la desidia de la Administración y los desencuentros entre las de distinto color político.

Estamos en año electoral. También lo fue 2022 en el ámbito andaluz y tampoco es que haya significado, por el momento, ningún cambio especial. Más allá del mes de mayo y la renovación de los gobiernos municipales, a finales de 2023 se esperan las elecciones generales. Y volverán las promesas y los anuncios de actuaciones que tampoco se han hecho en los últimos cuatro años. Como en los anteriores. Todo sea por acordarse del electorado onubense y los cuatro escaños que tendrá en el Congreso de los Diputados; un número que puede ser clave para sumar apoyos para formar Gobierno en la Moncloa.

Pero en Huelva no vale ya con simples anuncios ni pequeñas actuaciones. Hacen falta grandes inversiones, de esas capaces de impulsar el desarrollo de un territorio que lo tiene todo para evolucionar y liderar en algunos frentes el crecimiento económico de todo un país.

En estos momentos de cambio de ciclo que invitan a la reflexión, bien podrían darse cuenta muchos de los que luego prometerán, que a medio plazo

Llegarán a la provincia más millones en inversiones privadas que en los presupuestos públicos de 20 años

Porque el futuro de Huelva es industrial y los desarrollos anunciados en el sector energético se convertirán en una nueva revolución, un motor económico clave para los onubenses, tractor de empleo como no se ha sabido fomentar desde la Administración más que con programas residuales de mínimo impacto y subsidios.

Avanza la década de los años 20 del siglo XXI y esta provincia de extraordinario potencial sigue aislada pese a su posición estratégica para Europa y su condición costera y fronteriza, asomada a otro continente. La Administración no allana el camino para la inversión privada y el lastre en vías de comunicación y en inversiones alcanza dimensiones impensables en un país que se asume entre las principales economías europeas.

Estos meses seguiremos hablando del tren de alta velocidad que sigue a sólo 90 kilómetros, 30 años después, a casi dos horas con el ferrocarril actual que nos equipara a destinos de otro mundo. Y seguiremos esperando conexiones decentes y seguras con provincias españolas vecinas, aguardando el visto bueno a un aeropuerto viable de manos privadas, o mínimas comunicaciones adicionales para aliviar el día a día de miles de onubenses en su periplo a municipios del extrarradio de la capital.

Tantas son las inversiones pendientes como las promesas incumplidas. Pero los onubenses seguiremos ahí con la obligación de no tirar la toalla nunca y presionar para que éste sea el año de Huelva. Uno de tantos que se le deben.

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