Una semana para el recuerdo

Nunca había contemplado un episodio que diera tanto la razón al antropólogo Renée Girard

De entre tantas interpretaciones que se han hecho y he podido leer de la caída de Pablo Casado al frente del PP, la que me ha parecido más sugerente y elevada es la que precisamente en Diario de Cádiz ha planteado Enrique García-Máiquez a la luz de las tesis del antropólogo francés Renée Girard. Pablo Casado y el PP habrían representado a la perfección el drama, tan viejo como la humanidad, que exige un chivo expiatorio sobre el que la comunidad angustiada y temerosa descarga toda la tensión acumulada, su ira y su necesidad de purificación. Girard proponía este esquema, por supuesto de forma mucho más sutil y elaborada, para explicar procesos políticos y sociales que sorprenden por lo repentinos y violentos, y ante los que se revelan insuficientes otras tesis clásicas. Yo debo reconocer que hasta este momento nunca había contemplado un episodio que diera tanto la razón a Girard, cuyas teorías, tan apegadas al mito, me parecían eso, demasiado teóricas. Lo asumo como una limitación que no me importa se sepa: mi afición, luego vocación, por la Historia se troqueló en la infancia a base de tebeos, no precisamente leyendo El Capital, y eso marcó para siempre mi inclinación como historiador por la mera imaginación antes que por el pensamiento abstracto.

Pero lo cierto es que el chivo girardiano podía haber adoptado formas femeninas, concretamente las de Isabel Díaz Ayuso. Que esto no haya sido así, cuando en principio el mayor poder en el partido lo poseía el tándem Casado-Egea, puede tener que ver con las indudables dotes dramáticas de la dama, con la que jamás quisiera yo contender en cualquier clase de juicio y menos con jurado popular, pero sobre todo con la inaudita torpeza de la varonil pareja a la que se enfrentaba. Hace tan sólo una semana me sorprendía desde esta columna por lo que me parecía, a propósito de su relación con Vox, una incapacidad estratégica axial en la dirección del PP, pero el caos de estos días revela además que la táctica tampoco es, era podemos decir ya, su fuerte. Es increíble la cantidad de errores cometidos por Casado en estas jornadas cruciales en las que no ha dado una a derechas, digámoslo con algo de humor. Es como si los bandazos, carencias y miserias que han caracterizado su breve mandato hubieran concentrado toda su potencia abrasiva en una inolvidable semana en la que Madrid ha triturado a dos provincianos con ínfulas.

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