La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El sello y la memoria selectiva

Correos cumple lo que escribió Semprún: "Asombra comprobar lo selectiva que es la memoria de los comunistas"

Durante 40 años el franquismo impuso su relato: ellos eran los buenos, la verdadera España; los otros, todos, en bloque, los malos, la anti España causante de todas nuestras desdichas hasta que Franco puso orden.

Ahora se intenta imponer el relato opuesto a través de la propaganda institucional y las medidas más sesgadas de la Ley de Memoria Democrática (que también contiene otras justas, como dar digna sepultura a los asesinados). Afortunadamente los historiadores hacen su riguroso trabajo. La historia no la escriben los vencedores, sino los historiadores. Y la objetividad documentada y crítica acaba por imponerse al sesgado relato de los vencedores y al de los perdedores, que también elaboran el suyo.

Viene esto a cuenta del sello con el que Correos conmemora el centenario del PCE y la lógica polémica que ha suscitado. Lógica porque un organismo público no tiene por qué conmemorar el centenario de un partido y por mostrar su insignia -única superviviente de los totalitarismos condenados por la resolución de 19 de septiembre de 2019 del Parlamento Europeo- aderezada con los colores de la bandera republicana. Lógica porque Correos justifica la emisión pasando de puntillas sobre el papel del PCE en la Segunda República y la Guerra Civil, ignorando tanto su sangriento pasado de checas y paseos como las purgas internas estalinistas efectuadas durante y después de la guerra (en 1940 José Díaz clamaba contra los "socialistas oportunistas y antiproletarios", los "indefendibles, falsos y contrarrevolucionarios" anarquistas en connivencia con los falangistas y los "bandidos trotskistas" que conspiraron con Franco) o la llamada a no luchar contra los nazis mientras duró el pacto entre Hitler y Stalin ("¡Ni una gota de sangre española para la guerra imperialista!", clamaban Díaz y Pasionaria en 1940), para destacar sólo su papel como "motor de las fuerzas que lucharon por la democracia" bajo la dictadura (lo que solo es totalmente cierto a partir de la política de reconciliación de 1956 y sobre todo de la deriva eurocomunista) y en la Transición (lo que es cierto y se agradece).

Correos ha cumplido lo que escribió Jorge Semprún: "Asombra comprobar lo selectiva que es la memoria de los comunistas. Se acuerdan de ciertas cosas y otras las olvidan… La memoria comunista es, en realidad, una desmemoria… No es una memoria histórica, testimonial, es una memoria ideológica".

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