Después de haber tenido que aceptar como se han ido viniendo abajo las teóricas expectativas vacacionales de un grandísimo número de españoles, de una incontable casuística de otros que subsisten gracias al verano de los demás… comprobamos con estupor la falta de liderazgo, coordinación, prevención, coherencia y ejemplaridad de quienes deberían velar por el bienestar de todos y afrontar el reto de buscar soluciones posibles para los problemas que nos afectan. Pero no, no es esa la tendencia. Desde el momento que alguien decidió sacar rentabilidad política a la pandemia y alguien picó en ese anzuelo que le ofrecían, esto no sólo no funciona, sino que va a peor puesto que a las incertidumbres de la pandemia se les suman la falta de crédito de nuestros políticos, el exceso de propaganda engañosa y en consecuencia, la pérdida de responsabilidad individual y del miedo a la situación que concluye en un perjuicio global en el que acaban pagando justos por pecadores.

Esto me lleva a preguntar ¿quiénes son los asesores? Porque muchas de las actitudes, sin caer en la ciclotimia y mucho menos en la bipolaridad, aunque con cierto componente de habilidad emocional por el aislamiento, el estrés, a falta de certidumbres, el agobio laboral, económico, familiar… -cuánto podría enseñarnos sobre esto el compañero de espacio y amigo Paco Revuelta- nos hace ir de la risa al llanto según el momento y la situación, inducida por los gurús demoscópicos que son quienes de verdad mandan en este país.

Así, ante la ausencia de una estrategia integral para afrontar la situación lo que hacemos es una proclama triunfalista: "Hemos derrotado al virus", salgamos, aprovechemos, diviértanse… y la integralidad de acción necesaria la fragmento en diecisiete apartados autónomos, no coordino, así puedo irme de vacaciones y delego responsabilidades. La realidad es que estamos en la continuidad de la pandemia, no brotes o segunda ola, -es una opinión- y al no contemplar esto, comprobamos como Franco, el actual, no el otro, se vuelve a equivocar, ahora con los negacionistas, ¿reímos o lloramos? Celaá hizo unas recomendaciones, ya obsoletas, como era previsible y no aparece a las puertas de la vuelta al cole, mientras se convoca una huelga de profesores en una Comunidad no socialista, sin conocer protocolo alguno, ¿lloramos o reímos? Casado hace un Fragazo con Cayetana, ¿por qué la nombró? Con la peor respuesta posible, al aplauso de quienes tienen a Lastra o Echenique en sus portavocías. ¿Y Suárez, dónde está, Pablo?, ¿riendo o llorando? Bueno, siempre quedará el Rey Emérito para desviar lo importante.

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