En estos tiempos donde la relativización se impone a todo concepto vinculado al sentido de la responsabilidad nos encontramos, por el contrario, que ante la generación de una alerta, se produce un escenario de pánico social que produce un bucle casi irrompible por el que se demanda continuamente información, pero cuanta más información recibimos, más se agudizan los miedos y con más facilidad se extienden las inseguridades en el seno de una sociedad cada vez menos acostumbrada a afrontar incertidumbres o adversidades. Lo cual es aprovechado por algunos para obtener beneficios y distraer la atención de otras cuestiones, también importantes desde el punto de vista de su impacto para los ciudadanos.

Pues bien, algo de esto estamos viendo en la actualidad de nuestro país. No seré yo quien reste importancia a las alertas consecuentes al coronavirus, pero lo cierto es que debemos tener las cautelas necesarias sin alarmismos exagerados, productores de una desconfianza de los consumidores porque en ese tipo de situaciones podrían ser mayores los impactos negativos, proporcionalmente, sobre los ya de por sí riesgos para la salud. Todos sabemos que, en este tipo de crisis, a "río revuelto, ganancia de pescadores", especialmente ante la falta de provisión de suministros y el declive del turismo, con lo que se plantean revisiones fiscales que permitan aminorar los déficit, que ya estaban previstos por los apuntes de recesión y "ya vendrá el verano", que puede ser un buen tratamiento contra el virus y un buen recurso para el repunte económico. Estas son mis impresiones, no sanitarias, sobre la cuestión más preocupante del momento y que, como apuntaba, le viene muy bien a algunos para hacer proposiciones de Ley, la de muerte ¿digna?, por ejemplo, sin necesidad de consultas a las instituciones pertinentes, lo que ha llevado al Comité Bioético Nacional a comenzar a preparar su propio dictamen de la cuestión.

Pero el colmo de ley del embudo está siendo la declaración de la portavoz del PP -no soy, precisamente seguidor ni concordante con su estilo ni contenidos de mucho de sus discursos-, señalando a un medio concreto sobre sus criterios democráticos. Naturalmente, han salido en tropel los críticos y, al tiempo, oportunistas defensores de la libertad de expresión del citado medio, sin conceder el mismo derecho de expresión a la inoportuna y desafortunada portavoz, mientras callan ante las opiniones del vicepresidente sobre el cierre de medios privados o el ingreso en la cárcel de aquellos que, según él, generen crispación… no, eso no vale, los próximos son buenos y los de enfrente, malos. Y así vamos. Aprovechamos una conflictividad para camuflar otras: independentistas en la calle; delcygate, silenciado; choques en el Consejo de Ministros…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios