Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Yo no respeto su decisión, señoría

Los fallos judiciales se acatan porque no queda más remedio, pero sólo se respetan si se hacen merecedores a ello

Es una de las grandes estupideces que dicen los políticos -bueno, una más- cada vez que un pesado compañero mío se les acerca para preguntarles algo relativo a los jueces, o a una sentencia, o a que alguno de los suyos termina empurao: "La sentencia la acato, pero hay que respetarla". Primero la acatas porque no te queda otra, so memo y lo de que hay que respetarla, ¿a santo de qué? Escribí en este huequillo no hace mucho, que me avergonzaba vivir en un país donde una mujer no pudiera andar por la calle sin que sintiera miedo de que le pasara algo. Bueno, pues ahora, gracias a la gracia de un tribunal, lo mismo siento a la hora de pensar que en un tiempo nada sensato ni razonable un fallo -literalmente- de un juez, devuelva a la calle a cinco sujetos que han demostrado, decisiones de un magistrado al margen, que no merecen estar entre quienes sí respetamos las normas y, sobre todo, a quienes viven con nosotros.

No entiendo como con unos hechos tan absolutamente abyectos, se puede llegar a esa conclusión, como tampoco me entra en la cabeza como un togado llega ni tan siquiera a pensar que no merecen castigo alguno por ello. Considerar este tipo de comportamientos como normales y que no deben acarrear pena alguna, simplemente me produce náuseas. Ni merecemos este tipo de individuos, ni, desde luego, este tipo de justicia (con minúsculas). Además, no es la primera vez. En estas mismas páginas, mi compañera Raquel informó hace unos días que se había rebajado la pena a un violador porque estaba borracho, como si ello le facultase a hacer lo que hizo.

Lo que tuvo que pasar la víctima de los hechos protagonizados por la más que bien llamada Manada, no me los quiero ni imaginar. El someterse a un escrutinio de su vida a ver si lo ha pasado suficientemente mal para ser merecedora de una reparación medianamente justa, es vomitivo. Me resisto a respetar un fallo así; simplemente no puedo. No soy políticamente correcto, ni pretendo serlo y menos ante hechos de este tipo. Señoría, su fallo se debe acatar, lo de respetarlo es otra cosa y es tan penoso lo que le escuché que, al menos entre aquellos valores que mis padres me enseñaron para transitar por esta vida, no están en la lista. No le deseo mal alguno, como leía en las redes sociales a muchos de los cuales espero ver entre rejas, pero desde luego no se ha hecho merecedor de mi respeto. Ni lo más mínimo.

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