El pasado 13 de marzo, los niños españoles soñaban con un largo fin de semana por delante. Unos esperaban con ansia el partido de baloncesto que correspondía jugar a su equipo ese fin de semana, mientras otros soñaban con ese codiciado rato de juego semanal con la Play, e incluso hubo quienes, previsoramente, optaron por adelantar los deberes para el lunes.

Todos conocemos cómo concluyó ese fin de semana. No se disputó ningún deporte, ni Play grupal, y los deberes se quedaron en la mochila. Lo peor fue cuando el lunes 16 permaneció cerrada la cancela de acceso al patio del colegio, no sonó la sirena ni ese característico bullicio de la entrada y la salida del centro. No se preparó mochila ni el "desayuno" del recreo. Dejaron de ver a sus amigos y a sus abuelos. No hubo elección. Él "quédate en casa", con todas sus consecuencias físicas, psíquicas y sociales, lo siguieron al pie de la letra y lo que iba a ser quince días, superó los dos meses. Si a Sabina le robaron el mes de abril, a estos niños les robaron la primavera.

Desconocían que mientras progresaban en la comunicación virtual, superando incluso a sus maestros, estaban elaborando un capítulo inédito en la historia, como lo hizo en la Segunda República, aquella "Quinta del Biberón" como se llamó a aquellos chavales que marcharon hacia el Ebro, unos con "ardor guerrero" y otros, bajo presión. Los niños del Covid y los del Biberón se reclutaron adentrándose en un mundo desconocido ("se subieron al camión como si fuese una fiesta", dice Rozalén en la canción que compuso para ellos). Los del Covid encerrados en sus casas y los de la "Quinta del Biberón" en las trincheras, ambos vivieron inéditas experiencias. Los niños españoles, aunque sin abandonar la cotidianidad de su casa, también sintieron inquietud, cansancio, excitación…

Ahora, estos niños y niñas, forman parte de porcentajes y estadísticas, entrando en ese 60% de la infancia confinada en el mundo. Su cole es uno más de los que permanecen cerrados en 186 países. A partir de ahora, más que millennials (el virus ha conseguido que superen la condición de nativos digitales), serán conocidos como los de la "Quinta de la Pandemia" y pasarán a la historia por sus rápidos progresos en el mundo digital y su rápida familiarización con Skype o Hangouts. Hasta ahora, han evidenciado su resiliencia y han tratado al confinamiento como una oportunidad, aunque siga la incógnita acerca de sus progresos académicos y sociales.

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