De todas las situaciones se pueden sacar cosas positivas y de esta experiencia también debemos intentar que nos quede algo bueno. La Covid 19 ha irrumpido en nuestras vidas como un elefante en una cacharrería y nos ha cambiado toda nuestra rutina y nuestros hábitos de vida, llegando incluso a privarnos de nuestra libertad confinándonos como si de una pena de prisión domiciliaria se tratara en nuestras casas. Esto es algo transitorio, quizás no tan corto como todos pensábamos, pero tendrá un fin y volveremos a nuestras vidas probablemente con algunos cambios que sí que han llegado para quedarse y que cambiarán nuestra forma de relacionarnos con nuestro entorno. Pero este artículo no trata de lo que va a cambiar, sino de lo que debería cambiar.

Y es que en España tenemos adoptadas diversas costumbres que deberíamos replantearnos por chocantes, molestas o para racionalizar mejor nuestro tiempo y que las medidas de contención de la pandemia han mitigado, así ha ocurrido con algo tan poco cuidado en nuestra cultura como la puntualidad por ejemplo, las medidas para evitar contagios nos ha impuesto acudir a las citas a la hora acordada, con el condicionante de que si llegamos cinco minutos tarde podemos perder nuestro turno ya que nos metemos en el tiempo del siguiente citado. Mantengamos esta costumbre y por extensión que los actos comiencen a la hora estipulada sin necesidad de tener que esperar diez o quince minutos para que se complete el aforo, la falta de puntualidad es una descortesía para los organizadores y para lo que sí asistieron a su hora, esta es una buena ocasión para cambiar. Que decir de la gestión de las colas en el supermercado, el cine o un concierto, no es necesario sentir en el cuello el aliento del siguiente de la fila, de verdad, incluso cuando no haga falta por motivos de salud, respetemos ese espacio personal aunque no haya motivos de contagio en el futuro. En cuanto a nuestros horarios tenemos que racionalizar las horas de nuestras cenas y salidas nocturnas cuando esto termine, por supuesto empezando por las jornadas laborales. Si salimos a cenar a las 11 de la noche, terminamos de copas hasta las cinco de la mañana con lo cual perdemos la mitad del día siguiente en ese maravilloso sitio que es la cama, esto siempre que no tengamos que ir a trabajar al día siguiente, en cuyo caso me ahorro el comentario sobre el rendimiento en el trabajo.

También ayudaría que el prime time de la televisión se adelantara de tal manera que a las doce de la noche, en cualquier caso hubieran terminado todos los programas de esta franja mayoritaria, lo que redundaría en mayor calidad de nuestro sueño y mejor rendimiento laboral a buen seguro. Eso sin entrar a valorar que aun siendo fin de semana no sé qué pinta un niño viendo la televisión a la una de la madrugada.

En definitiva incluso de las peores experiencias se pueden sacar cosas que nos hagan mejores, aprovechemos lo poco bueno que nos ha traído esta pesadilla de manera que cuando nos despertemos encontremos una sociedad un poquito mejor y sigamos viviendo como si el año 2020 solo hubiera sido un mal sueño del que despertamos conscientes de la suerte que tenemos de vivir en un país como España, eso sí mejorando nuestra puntualidad, el respeto al prójimo y la eficiencia. Quiero pensar que tras la crisis, lo mejor está por venir.

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