Un año más, la festividad del ocho de Diciembre, siempre con sabor mariano, tuvo su bella y devota celebración en la catedral onubense de la Merced. La fecha es importante dentro de nuestras devociones y de nuestros recuerdos de vida. No podemos olvidar que este Día de la Inmaculada, ó de la Purísima, como nos gusta llamarlo a los españoles puso a Huelva en un primer lugar en el mundo al por la generosidad de un alcalde, Cristobal Dorante, que levantaba en solar céntrico de nuestra ciudad un templo con el nombre de la Inmaculada Concepción, hace cinco siglos, varios centenares de años antes de que el Papa declarara en Roma el dogma que ya por estas tierra afirmábamos en nuestras creencias.

Esto me hace recordar, una fecha más cercana, en 1954, cuando el Pontífice reinante Pio XII, erige la diócesis de Huelva y su primer Obispo el Dr. Don Pedro Cantero Cuadrado tiene que elegir la advocación que presida el patronazgo de la benjamina diócesis española.

Fue una decisión estudiada, meditada con proyección histórica de nuestro pasado y a la vez consecuente con el presente. Fueron días en que se barajaron diversos nombres, todos ellos en consonancia con el valor y el cariño que la provincia entera da a sus más populares devociones marianas.

Es fácil imaginar las principales advocaciones que surgieron para tan importante decisión. Presencié aquellas aspiraciones y fui testigo de inolvidables charlas con nuestro recordado prelado con este motivo.

Finalmente don Pedro Cantero, tras una meditada elección y para no establecer ninguna prioridad especial que mermara los sentimientos de los diocesanos, dio en el clavo con la que hacía más justicia para la historia de la Diócesis, la que tenía más sentido y valor en la mariología de la Iglesia y finalmente la que se unía a un sentimiento realista de una devoción, andaluza, y española, que aquí en la diócesis cobraba principal importancia en la aferrada creencia a un dogma querido, deseado y afirmado de forma real y única entre los católicos.

La Inmaculada Concepción era declara Patrona de la Diócesis de Huelva.

Luego vino aquella testificación popular, llena de belleza y de solemnidad, en la organización magna de una procesión nunca vista y que no olvidaremos, con la presencia de imágenes de Patronas de nuestros pueblo onubenses.

Por mi proximidad y amistad con nuestro primer Obispo, viví momentos de su entrega a una diócesis que él con su esfuerzo comenzó a levantar. Días llenos de historia eclesial onubense que pusieron de relieve la personalidad y valía de un Obispo que trás años, para nosotros inolvidables, saltaba luego al arzobispado de Zaragoza.

Me agrada recordar y cuando tengo ocasión contar, las muchas anécdotas del comienzo de nuestra Diócesis, con la actuación de su primer Obispo. Hoy, la celebración de la Purísima, con la Misa Pontifical en la catedral y la procesión de la imagen de la Virgen, desde la Concepción nos da un matiz de devoción, historia y amor únicos.

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