Es evidente que casi todos tenemos algún mal recuerdo de tiempos infantiles pero lo que no resulta lógico es que ya en edad adulta, se ideologicen esas malas sensaciones y se vinculen a la actividad que desarrollamos cotidianamente, ya sea por exceso o por defecto, lo cual, puede superar los intereses vinculados a la propia ideología, rozar lo patológico e incluso, esto es grave, perjudicar a terceros. Algo de esto dan la impresión las actitudes del ministro de cuota, señor Garzón, en representación de lo que cada vez más popularmente llaman Izquierda hundida.

Y lo digo porque a quién, de pequeño, no amenazaron en casa alguna vez con repetir en la merienda, en la cena y así sucesivamente, cuando se rechazaba el plato de comida del almuerzo y que no nos gustaba. Pues algo de eso parece haber dejado huella en el señor ministro con la alimentación, pues no le bastó con catalogar de manera absurda, desde el jamón al aceite de oliva-de la huelga juguetera y la ausencia de valor añadido del turismo-mejor no hablar no vaya a ser que los traumas infantiles sean más graves que una mera ideologización del debate sostenibilidad-consumismo, tan goloso (perdón por el azucarado término) tan interesante para un seguidor del modelo cubano.

Sin embargo, parece ser que es la carne quien le resulta adversa a sus gustos, incoherencias aparte, pues si no estoy equivocado, en su banquete nupcial dominaban el carpaccio y el solomillo de ternera, sin entrar-por aquello del "secreto" (vaya palabra ahora) oficial-sobre si hubo o no debate sobre el "chuletón al punto", en la mesa del Consejo de Ministros, me atrevo a asegurar que no pues de haberlo habido, tal vez, ya no seguiría siendo ministro.

Pues bien, ha vuelto ala carga con el tema cárnico ya no le basta su aversión aparente a la misma sino que en un alarde de torpeza política, no solo se ha minimizado la cuota parte de razón que pudiera tener en su planteamiento del tema de las macro granjas -suponiendo que la tenga - sino que ha puesto en el escaparate internacional la falta de fiabilidad de nuestras exportaciones, ha invadido competencias de otros ministerios, está perjudicando a todo el sector agroganadero y hasta incumpliendo su obligación ministerial de instrumentalizar los medios para evitar la comisión de un fraude, amén de generar una absurda polémica, claramente evitable aunque a las gentes de Greenpeace pueda interesarles.

Pero para traca final, el intento de tomadura de pelo por parte de algunas ministras, aludiendo a la condición de opinión personal de las declaraciones el señor Garzón, como sí en cuestiones técnicas y en un medio internacional valieran las opciones personales de un Ministro, por irrelevante que éste y su ministerio sean. Esto pasa con la carne, pero cuál es su opinión "¿personal?"-él no acepta este criterio y estoy de acuerdo-sobre la luz, combustibles, cesta de la compra… ¿verdad que todo debería estar al punto?

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