La otra orilla

VÍCTOR RODRÍGUEZ

La puerta de atrás

Lo que comenzó siendo compromiso, con el paso de las semanas, se empieza a convertir en pasividad. No entiendo que sociedades maduras, formadas y participativas deban de permanecer ociosas y confiadas ante las directrices que ordenan las autoridades, autoridades que tardan mucho en admitir que tienen serias dificultades en anticiparse al siguiente escenario y dan la sensación de que improvisan continuamente, por ejemplo, aún no tengo claro si tengo que usar mascarillas, pero por otro lado se anima a hacerlas, aunque la mayoría de las tiendas que podrían proveer de los materiales necesarios estén cerradas.

Hay muchas personas audaces, capaces, imaginativas que perfectamente podrían participar en grupos de ideas para resolver problemas complejos y dar respuestas, cada uno desde su iniciativa, pero no, no es posible, debemos permanecer confinados y confiados… el caldo de cultivo para infantilizar a la sociedad y hacerla más vulnerable. Y en este escenario hay claros ganadores, aprovechando las muchas puertas de atrás que se están abriendo. Además de las evidentes limitaciones de derechos que estamos sufriendo, hay otras más sutiles y que tienen que ver con todo el universo digital. Numerosas aplicaciones de contacto on line y teletrabajo, incluso las que usan los colegios, tienen serias fallas de seguridad y están recopilando datos a mansalva, la recomendación del uso de tarjetas de crédito, frente al dinero físico, es otra oportunidad fantástica para desnudar nuestros hábitos de consumo, hay aplicaciones de geolocalización y rastreo que, sin dar permiso expreso (al menos consciente), nos están monitorizando. Y todo eso con un Parlamento prácticamente cerrado y un Ejecutivo gobernando con Decretos-leyes. Da miedo.

Ya estamos viendo como la tentación de extralimitarse en la aplicación del confinamiento está llevando a alcaldes a poner barreras en carreteras, a usar drones para vigilar coches y esto se contagia a una población que se convierte en policía de su vecino, hasta el punto de señalar al diferente, al forastero, como seguro portador del virus.

Dado que esta situación se va a alargar mucho, va siendo hora de que potenciemos nuestras capacidades, tanto las materiales, técnicas, sociales, espirituales, políticas y las pongamos al servicio del bien común. Andémonos con ojo de los lobos con piel de cordero y cultivemos más que nunca el espíritu crítico y la responsabilidad.

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