Tengo la mano jodida. No puedo escribir. La Sanidad Pública me ha hecho un remiendo y tendré el brazo en reposo una temporada. No pasa nada: he pedido a uno de los compañeros que hacemos esta columna colectiva que la escriba por mí. El tema ni siquiera se lo he tenido que proponer: ha llegado sólo, ocupando dolorosamente las portadas de nuestra prensa local. Otra vez.

Nos referimos al incendio en el asentamiento chabolista de Palos de la Frontera, hace unos días. Más del 60% destruido. Nuevamente pierden lo poco que tienen. Nuevamente una realidad inaceptable nos estalla en la cara. O mejor dicho: nos arde.

Pues nada, repetiremos una vez más lo que se ha dicho en muchos foros muchas veces y de distintas formas: los asentamientos chabolistas de temporeros agrícolas se han cronificado en nuestra provincia, y deberíamos hacer todos los esfuerzos posibles desde todos y cada uno de los sectores implicados para que esta vergonzosa realidad termine de una vez. Y ahora es cuando el sector agrícola dice que no son trabajadores. Ja. Y el Ayuntamiento que no es su competencia. Ja. Y la Junta que está haciendo todo lo posible para que se erradiquen. Ja. Y bueno: los ciudadanos nos haremos los suecos como si nada de eso fuera con nosotros. Ja.

Este artículo lo estamos escribiendo ahora. Pero fácilmente podríamos haber rebuscado en las carpetas del ordenador y copiar y pegar del último que escribimos sobre el mismo y recurrente tema. Es decir: estamos ante una realidad que se repite una y otra vez, y ni las visitas del Relator de la ONU, ni los informes que elaboran y publican todas y cada una de las organizaciones que trabajan sobre el terreno, ni las Mesas y Foros que durante estos años han estado reuniéndose y haciendo planes y más planes… nada de eso ha conseguido alojar de manera digna a estas personas. Es decir: hemos fracasado como sociedad en una cuestión de Derechos Humanos bastante básica.

Le pido a mi escribano que sea contundente, que diga lo que todos sabemos: si esos asentamientos permanecen ahí es porque no interesa mantenerlos. Es decir: no sería un fracaso, sino un éxito del sistema económico en esta provincia.

Pero mi escribano prefiere ser más conciliador y tengo que concederle ese margen: así que terminaremos diciendo que es un fracaso porque no conseguimos acertar en las medidas que pusimos en marcha, pero que urge articular nuevas medidas para que en breve no haya ni una sola persona viviendo en esas condiciones infrahumanas.

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