Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

La principal victoria debe ser la mesura

La victoria de Joe Biden en espera del desenlace último de las elecciones en Estados Unidos que podría llegar a instancias judiciales, es propia de una temporada y su secuela en una serie interminable en alguna plataforma digital. No debemos torcer la mirada ante una situación que nos afecta más de lo que creemos. Lo primero es una autofelicitación de lo bien que lo hacemos aquí. El recurso a la tradición no puede esconder un recuento arcaico que se dilata hasta la exasperación, con unos métodos impropios de una potencia tecnológica en el país de la inmediatez. No quiero ni pensar qué ocurriría si en una capital de provincia española tardáramos tres días en contar los votos. Las amenazas del advenimiento del Apocalipsis no pasarían de la primera noche electoral.

Lo que más nos debería afectar es el cansancio atroz que el todavía ocupante del 1.600 de la avenida de Pennsylvania nos ha causado a lo largo de cuatro años que se han hecho eternos. La catarata de improperios, insultos y sandeces escuchadas en sus comparecencias, dan para tanto como uno quiera. Es cierto que tiene su tirón electoral, pero también lo es que no lo justifica. Nos pasa a nosotros también. Desde hace meses se escuchan frases desde el atril del Congreso que no deberían ser pronunciadas ni en el último tugurio de la ciudad. Las referencias constantes a un "gobierno ilegítimo" llegan en cada sesión de control. El fascismo campa a sus anchas por Andalucía; el comunismo se asienta en la Moncloa; los terroristas gobiernan en el País Vasco; hay un golpe de Estado en Cataluña; la libertad de expresión ha sido asesinada o el castellano ya no se aprenderá en colegio alguno. Bien haríamos en pedir que se piense antes de hablar, entre otras cosas porque flaco favor hacemos a un país al que describimos de esa manera por muchas banderas que llevemos en la muñeca o en la mascarilla. La política es otra cosa, o al menos debe serlo; el respeto debe estar por encima de convicciones y su ausencia debe ser señalada sin ambages.

Sirva un ejemplo, aunque sea mirarnos al ombligo. La primera comparecencia de Biden cuando el escrutinio comenzaba a desgranar su victoria, comenzó con un agradecimiento a los medios de comunicación que llevaban horas de vigilia esperando sus palabras a altas horas de la noche en su ciudad natal. Es un paso, si se tiene en cuenta que durante años han (hemos) sido llamados "enemigos del pueblo", "mentirosos", "corruptos" o "deshonestos", en una sarta de insensateces que ha calado en algún digno representante político español. Ese no es el camino. El sosiego y la búsqueda de la verdad, no admiten atajos. De ningún tipo.

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