J. M. Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Eso es la política

Cualquier partido que entra en un Parlamento, avalado por el voto popular, debe ser susceptible de ser un aliado

El Gobierno andaluz ha alcanzado acuerdos indistintos con Vox y el PSOE; el PP del Ayuntamiento de Madrid, un pacto con tres concejales de izquierda, los llamados carmenistas, para aprobar los presupuestos municipales de 2022, y el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha logrado que, por primera vez, los sindicatos mayoritarios y la principal patronal acuerden una reforma laboral, aunque aún debe conseguir apoyo en el Congreso para que el decreto sea validado. Busca a Bildu y a ERC. Es decir, que estamos entrando en un escenario de geometría variable, en el que además los polos de distinto signo se atraen a veces y, cuando se repelen, urgen otras fórmulas. Es un orden dentro del caos, una geometría fractal. Bienvenida sea, esto es la política.

El consenso político no disfrutó durante la Transición del elogio que hoy se le supone, y en muchas ocasiones estos cambios de alianzas eran tachados con el término peyorativo de chaqueterismo. Eran chaqueteros quienes, proviniendo del Movimiento, como Adolfo Suárez o Martín Villa, lideraron partidos democráticos, o quienes, desde la izquierda, lograban pacto con las patronales. Aquellos políticos no eran mejores que los actuales, sino que sus condiciones fueron distintas. El miedo a que el proceso democrático y autonómico fuera abortado les llevó a aplicarse con mucha cautela y a tratar de mantener el respeto al contrincante ante la certeza de que en un ambiente de crítica despiadada entre políticos lo que se deterioraría sería la propia política, concepto esencial, entonces, para asentar un régimen contrario al franquismo y al que sus nostálgicos se referían como apolítico.

Ciudadanos es un partido que se definió como bisagra, pero del que ya sabemos que está impedido para pactar con el PSOE de Pedro Sánchez. Es decir, que Díaz Ayuso y Mañueco los echan de sus, respectivos, gobiernos regionales y se vuelven a presentar con la única opción de regresar a pactar con el PP, con quienes les defenestró. Eso es un partido llamado al fracaso, sus líneas rojas son tan excluyentes -ni Sánchez ni Podemos ni Vox ni los nacionalistas- que sólo les espera la extinción.

Cualquier partido que entra en un Parlamento por el voto popular es susceptible de ser un aliado, fijo o coyuntural, pero ese es el juego democrático, en el que se antepone la ética de la pureza a la de la responsabilidad.

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