Andamos inmersos en una corriente de frivolidad que es especialmente indecente. Nos hemos tirado una semana viendo al detalle los funerales de la reina del imperio británico. Por activa y por pasiva hemos hecho un recorrido por su vida y por los escándalos de su familia. Por si no teníamos bastante aristocracia, la marquesita estrella de un programa de cocina, ha roto sus planes de boda en la finca familiar por unos cuernos de su futuro marido. Y por si no fuera bastante estamos asistiendo a un combate a muerte sobre si bajar impuestos o no a los grandes patrimonios de nuestro país. La espita la abrió Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, suprimiendo el impuesto de patrimonio al 0,2 % de la población andaluza.

Mientras tanto, El Instituto Nacional de Estadística ha publicado su Encuesta de Condiciones de Vida del año 2021, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social de Andalucía se sitúa en 38,7%, por encima de la media nacional de 27,8%. Al mismo tiempo y a partir de estos datos, Save The Children ha elaborado otro informe en el que se alerta de que la pobreza infantil en Andalucía se dispara y supera ya los 400.000 niños, casi un 30% de los que viven en la comunidad. En concreto, un 27,9% de los menores de 18 años en Andalucía está en situación de pobreza, cinco puntos por encima del año anterior. No parece que esto preocupe mucho a las autoridades andaluzas, más pendientes de los grandes patrimonios de una minoría, que de las carencias básicas de una mayoría de la población.

Los pobres no interesan, sus condiciones de vida importan poco. Hemos creado una sociedad insensible y egoísta. Se hacen necesarias políticas encaminadas a eliminar la pobreza,mediante la creación de redes solidarias e inversiones públicas que permitan a las personas vivir con dignidad. De eso hay que hablar y no de reinas, marquesitas o bajadas de impuestos, hay que hablar de crear condiciones par que la gente sea feliz. El día 7 de octubre es el Día Mundial del Trabajo Decente, es una buena oportunidad para exigir de nuestros empresarios un trabajo decente, que permita realizar los proyectos de vida de los más desfavorecidos, que vaya eliminando la pobreza de nuestras ciudades, esa que se esconde en los barrios marginales y que se olvida en las noticias y en los medios de comunicación. Y de la pobreza ¿qué? Vamos a seguir sin decir nada o lo que es peor, diciendo como aquel consejero de la Comunidad de Madrid, que a nuestro alrededor no hay pobres...

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