El verano se fue. Septiembre nos brindó el retorno a lo que antes era normalidad de la vida, tras el ajetreo del estío. El tiempo es otro, distinto, lleno de nuevas sensaciones, más calmadas, más tranquilas y a veces, lo que es peor, mas despreocupadas. En Huelva tenemos una costa envidiable. Parece que Dios puso su mano sobre nuestra tierra lindante con el mar y nos otorgó un maravilloso recreo, lleno de luz, de brisas, de sol: las playas. Con el tiempo esas playas dieron origen al en todo el país al desarrollo de una industria llamada turismo y en un afán de progreso en beneficio de todos, nos pusimos a explotarlas y nos fueron tan bien las cosas que enseguida nos convertimos en la mejor imitación del cuento de la cigarra y la hormiga. El turismo era fácil, atractivo y muy lucrativo y el país entero no solo se levantó de su pobreza sino que alcanzó cotas extraordinarias a nivel mundial y nos dejamos dormir en lo fácil. Era la época de las vacas gordas y se nos olvidó de crear una trama industrial, competitiva y permanente, sin tener que esperar a los tour operator y las visitas masivas de extranjeros.

Pero llegaron, por sorpresa, las vacas flacas, hoy con el nombre de la pandemia y el turismo, canto de cigarra se vino abajo. Y miren ustedes como hemos quedado. Hay que comenzar de nuevo, sobre todo en nuestra costa, donde con tanto canto de sirenas, teníamos muchas de nuestras playas abandonadas a su suerte, de inclemencias meteorológicas, de falta de infraestructuras, de incomprensible planificación urbanística, de abandono de obras primordiales como los necesarios mantenimientos de carreteras, limpieza adecuada de montes, comodidades que sirvieran de alicientes, precios regulados... Calidad en una palabra. Ahora con el ahogamiento pandémico, se volverá a olvidar todo, ¡está en verano próximo tan lejos…!

La marcha de septiembre trae soledad y paz a las playas onubenses y siguiendo la línea que llevamos desde años atrás, nuestras playas quedaran olvidadas, las arenas se marcharan en muchos puntos de la costa y ¡a esperar los próximos vendavales! Se nos avecina una nueva remesa de paro. Una manera de remediar o paliar la tragedia es ofrecer trabajo para el mantenimiento de nuestras infraestructuras, como hicieron loa americanos del norte en el año 29 con la llamada gran depresión.

Dudo que nuestros gobiernos sigan ese camino, aquí priva más la política caciquil de los partidos, los votos electorales, la falta de unidad en pro de los ríos revueltos y la célebre consigna tan bien aprendida del ¡Vuelva usted mañana!

No traslado culpas a nadie. Puede señalar a quien guste. La única verdad es que la culpa la tenemos todos.

Así nos va, así nos luce.

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