Esta semana toca hablar, discutir y calcular las "grandes" ventajas del pin parental para unos y los "graves" inconvenientes que encierra para otros. El escenario está preparado. Las luces iluminando lo que "toca" resaltar. Los asesores de los políticos indagando razones que no haya dicho el contrario, buscando frases contundentes que suplan con su ruido el vacío de los contenidos. Los medios cayendo en el timo de usarlas como titulares. Cuánto más "fuerte" sea el enunciado del discurso y cuanto más soez sus argumentos, más se difundirá, más éxito que se apunta el protagonista.

Que levanten la mano cuántos de mis lectores han recibido clases sobre cómo evitar la homofobia o cómo evitar embarazos no deseados. Que levanten la mano cuántos de ellos se han convertido en personas frustradas o que no respetan los derechos de los homosexuales por no haberlas recibido… ¿De verdad son tan necesarias esas clases para dividir al país? ¿De verdad los fanáticos, que quieren dirigir y orientar la moral de sus hijos, ven tanto peligro? ¿De verdad este Gobierno no tiene problemas más acuciantes? ¿De verdad, considerando el índice de fracaso escolar en España, es tan vital hablar de drogas?

Por otra parte, no dejo de pensar ¿Cuál es la razón de los miedos que tienen las derechas a que les hablen a los chavales sobre asuntos ajenos a las Matemáticas o a la Literatura? ¿Qué es exactamente lo que les quita el sueño? ¿Que si su hijo se informa sobre el cannabis le apetezca probarlo? ¿O que al hablarle del respeto a las diferentes orientaciones sexuales el chaval quiera probar? Se supone que unos padres tan preocupados por la educación moral de sus hijos, los tendrán muy bien formados. Entonces, ¿qué daño les puede hacer lo que les cuenten en el instituto?

Los padres y madres que tanto velan por la educación de sus hijos deberían participar en todo (también lo dice la Constitución). Pero si dejan en manos de los profesionales de la enseñanza (subráyese profesionales) el cómo y el qué les enseñan o el cómo evalúan, y nadie dice nada, alguno de los de "golpes de pecho" cuando dicen: "Mi hijo" debería explicar (pero clarito, no valen los bla, bla, bla) cuál es el derecho que se otorgan para rechazar, cuando de moral y ética se trata.

Que no, que no traumatizará a los niños hablarles de sexo, pero tampoco es un asunto de urgencia vital. Que la educación en este país tiene muchas carencias como para entretenernos ahora con cuestiones triviales. Que a mí no me engañan.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios