En febrero de 2009 hubo un pleno en el Congreso sobre la crisis económica. Ya por entonces el presidente Zapatero había admitido que aquello era una crisis bestial, aunque lo estuvo negando con contumacia durante meses. Aquel debate tuvo algo sorprendente: Ana Oramas, portavoz de Coalición Canaria, pidió un plan especial de empleo para Canarias ¡y Andalucía! Dijo que eran las dos regiones de España con más paro. La diputada canaria citó siete veces los problemas de Andalucía. Más de sesenta diputados andaluces, casi todos del PSOE y el PP, sentados en sus escaños y en ese pleno la voz de Andalucía la llevó la diputada canaria. Un sarcasmo.

Esta semana en otro pleno del Congreso se han aprobado los Presupuestos Generales del Estado. Para sacarlos adelante, los regalos que ha hecho el Gobierno del PP a los dos diputados canarios, al PNV, y aquí o allá, superan los 12.000 millones de euros por todos los conceptos, incluido rebajar el cupo vasco por debajo de los mil millones de euros. Un escándalo. Alguien ya ha hecho la broma: Nueva Canarias o Coalición Canaria se deberían presentar por aquí y sacarían votos. Podrían incluir en sus paquetes de negociación el ferrocarril de Algeciras a Bobadilla, el AVE de Granada o la alta velocidad hasta Almería. Si pudiera pedir un deseo, me gustaría que Andalucía tuviese un diputado 176, con la llave de la mayoría. Pero tiene cinco docenas que no aportan lo más mínimo en ese campo.

De momento nos tenemos que conformar con ser la imagen del país, con los toros, el flamenco, el vino de Jerez, el sol y las playas, o nuestra gracia sin igual. También con los monumentos más apreciados. Esta semana ha sido noticia que los usuarios de la aplicación turística TripAdvisor, por la cantidad y calidad de sus comentarios, han colocado a la Mezquita de Córdoba como el monumento más interesante de Europa y tercero del mundo. De los cinco primeros de España, cuatro son andaluces: Plaza de España de Sevilla (2º), Alhambra de Granada (3º) y Alcázar de Sevilla (5º). Ahí estamos que nos salimos; en el póster, en el marco incomparable.

Otra cosa es lo que manda Andalucía en España. Bien poca cosa. Del poder andaluz que reclamaba Rojas Marcos y su Partido Andalucista en los 70 nunca más se supo. Y no sólo por no tener un partido nacionalista representado en el Congreso. La última prueba de su escaso peso en España ha sido el batacazo que se ha dado Susana Díaz en su intento de exportar el modelo de gestión regional al conjunto de la nación. Ha tenido un rechazo claro y rotundo. Andalucía tiene un problema de imagen en el inconsciente colectivo del país y un déficit de auténtica representación en la Cámara de la soberanía nacional. Tanta, que a veces hasta los diputados canarios la defienden más que los suyos, siempre pendientes de un dedo, dos dedos o tres dedos para saber lo que han de votar.

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