el fiscal

Pedro / José / Morcillo

A pesar de todo

HACE unos días compartía un rato de tertulia en el bar de mi amigo Curro, ese rincón de Pablo Rada que es para mí y para muchos algo más que un lugar de encuentro, es como una gran familia. Como siempre la tele encendida con algún vídeo de fondo, ese día la pantalla reflejaba unas imágenes de la Señora de la Esperanza en el año 98 subiendo por Sor Ángela de la Cruz hasta el antiguo Brasil. Por un momento me trasladé a aquellos años, con 12 ó 13 años la Semana Santa para mí era un mundo que me extasiaba, del que sólo conocía su forma.

Era una Semana Santa en la que me lanzaba a la calle de mano de mis padres y hermanos para alucinar con una de las grandes locuras de mi vida, un paso de palio. Disfrutaba de ese mundo sin conocimiento de sus entrañas, entrañas muchas veces muy ruines y sucias, no existían para mí rumores, trapos sucios, ni guerrillas, lo único que comentábamos al presenciar una cofradía era sobre lo maravilloso y bonito que era y lo que estábamos disfrutando, además de alguna que otra explicación por parte de mi padre.

Hoy, sin embargo, conozco, sé, soy consciente y estoy metido en todo lo que supone el mundo cofrade. Un mundo que me ha dado grandes cosas, pero sobre todo me ha dado personas, grandes personas que hoy son parte fundamental en mi vida. Pero también un mundo del que muchas veces no me gustaría conocer muchas cosas. Leo en el periódico un año más noticias sobre laudos y horarios, en la calle hablamos de si éste le ha dicho al otro no sé que, sé de casos de familias enfadadas por un tema de la hermandad, y amistades de todas la vida apuñaladas por la espalda por una ambición de no sé que poder. Y lo peor de todo es que cuando gente ajena a todo esto me pregunta cómo puede ser posible en un mundo con Cristo y su Madre de fondo, no tengo respuesta, por que si respondo aún lo entenderían mucho menos.

El trasfondo de todo esto radica en una falta de formación. Cuando no se conoce, ni se sabe, cuando uno no tiene miras más allá de su ombligo, y se ve metido en un mundo en que es fácil llegar a "ser alguien", cuando uno ve que en las cofradías se cumplen las aspiraciones que en otros ámbitos de la vida no ha sido capaz de conseguir, o de proponérselo incluso, es cuando el ego y el YO salen a la luz.

Pero gracias a Dios la Semana Santa y su mundo están muy por encima de estas circunstancias, situaciones y personas. La mayoría de las personas están ajenas a todo esto y viven la Semana Santa como un niño. Gracias a Dios, además, en nuestra Semana Santa existen muchas, pero que muchísimas personas validas, con un corazón enorme, y sobre todo con cabeza, gente de bien que sólo buscan lo mejor para una celebración que hace tanto bien en la sociedad. Seamos conscientes de que la Semana Santa de Huelva y sus cofradías son un mundo maravilloso que nada tiene que ver con aquellos que sólo buscan en ella saciar su ansia de un "poder" que no existe. Y que como decimos los cofrades: a pesar de todo, siempre amanecerá un Domingo de Ramos.

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