Se puede tener curiosidad, pero no va ser satisfecha; por lo menos, hasta ahora ha sido así y eso es positivo. Me refiero a los detalles sobre las razones por las cuales ha dimitido como seleccionador nacional Luis Enrique. Tan solo ha transcendido que ha sido por motivos personales, sin que sepa nada más. Sean los que sean, los medios de comunicación prudentemente han respetado esta escueta explicación y esperemos que todos continúen por ese camino, porque solo a él le corresponde ofrecer la información que considere oportuna, tanto en cantidad como en profundidad. Este hecho invita a reflexionar acerca del derecho a la privacidad e intimidad. En primer lugar, porque sorprende, dado que estamos en una época en la que el mismo es frecuentemente pisoteado, unas veces en relación con personajes famosos y, otras, con quienes no lo son. Es evidente que los tiempos que corren no son favorables para ese derecho. De tal manera que nos hemos acostumbrado a que regularmente se ofrezcan, con pelos y señales, datos o circunstancias de personas relativos a esferas que solo les atañe a ellas y a nadie más; obviamente, sin que hayan dado su consentimiento. En esa habituación es cierto que tiene mucho que ver el que existan prójimos a los que les importa un bledo dejar totalmente al descubierto lo más privado e íntimo, sea en solitario o con alguien, pues lo único que les preocupa es que se lo paguen o lograr su minuto de gloria. Todo adobado, cuando proceda, de las grabaciones de cualquier tipo. En ese mercadeo explotan todo, desde las muy apreciadas noticias o escenas relacionadas con el uso de la cama para menesteres diferentes al de dormir -por supuesto, el que se acompaña de una buena activación hormonal- hasta las enfermedades o trastornos desde los leves a los graves. Esto es así porque este espectáculo tiene una gran masa de apasionados seguidores, que no se pierden ni un detalle, que, como consecuencia, genera pingües beneficios económicos. El morbo ha triunfado y se cotiza muy alto, por encima de otros intereses y distracciones. El colmo de este fenómeno es que se ha trasladado a la gente corriente y para comprobarlo basta echar un vistazo a las redes sociales. Está claro que ha habido cambios en este terreno pero, menos mal, son muchos los que trazan con nitidez y respetan la frontera entre lo privado/íntimo y lo público para no traspasarlas. Por eso, debe ser bienvenido el comportamiento habido hacia Luis Enrique. Ojalá cunda el ejemplo.
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