Políticamente incorrecto

Francisco Revuelta

Sin pena ni gloria

EL 4 de diciembre de 1977 caerá en el olvido. Eso ocurrirá y quedará sólo en el recuerdo de unos pocos, lo mismo que le sucedió a aquel otro de 1868 cuando se produjo el levantamiento del pueblo gaditano, que pronto se extendió a otras ciudades, dirigido por Fermín Salvoechea, ante la frustración que le provocó la revolución burguesa. Este hecho y todo lo que lo rodeó no es conocido por los andaluces, como tantas cosas de su pasado. Acertó claramente Juan Antonio Lacomba cuando señaló que nos habían enseñado la historia de España en Andalucía pero no la de Andalucía en España, que es como debe ser, con lo cual se le ha negado al pueblo la toma de conciencia de una parte importante de su identidad. Pero volviendo al más cercano, ayer pasó sin pena ni gloria y, ciertamente, no me imagino algo similar en otros contextos. Ha transcurrido treinta años desde que toda Andalucía saliera a la calle para reclamar autonomía, su capacidad de autogobierno. Tal fue su importancia, que inicialmente se tomó como el Día de Andalucía, hasta que se cambió por el 28 de febrero. De todas formas, bien podrían haber salido algunas voces reivindicativas en esta conmemoración, aunque sólo hubiera sido por lo que emocionalmente representa, porque temas hay y, desgraciadamente, los habrá. Porque los hogares andaluces ingresan 3.000 euros menos al año que la media, porque en los informes PISA, sobre educación, Andalucía siempre sale muy mal, porque la esperanza de vida crece y aquí donde menos, porque después de Extremadura somos los que más índice de pobreza tenemos, un 29,7%, porque un tercio de los ríos andaluces están en mal estado, porque nuestro superávit fiscal per cápita con la Administración Pública Central ofrece el saldo más positivo, por lo que nos acusan de vivir de los demás y porque así un largo etcétera.

Comprensiblemente, caben preguntarse las causas. Pues bien, aunque no lo explique todo obviamente, una de las razones es que escasea el sentir y pensar en andaluz. Muchos no tienen a Andalucía como el referente desde donde visionar, analizar y proyectarse al mundo y a la vida y un ejemplo concreto es ese ignorar nuestras efemérides. Esta idea básica ayuda a entender el que no sea un clamor popular el rechazo a la celebración de las elecciones andaluzas conjuntamente con las estatales. Éstas últimas secuestran el debate y la reflexión sobre los problemas que nos aquejan, el futuro que queremos construir y nuestra posición en esta fase de la globalización. Desde este hueco en este periódico reivindico, con espíritu del 4 D, la celebración de esos comicios separados para que se discuta acerca de todas las cuestiones mencionadas y de muchas más.

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