La otra orilla

El pecado original

Cuánta tarea nos queda para crecer en pie de igualdad como seres de la misma estatura

Desde el principio de los tiempos la cultura machista y patriarcal que nos domina ha descrito a la mujer como un ser perverso capaz de causar todos los males que aquejan al ser humano. La mujer debe ser vigilada y controlada porque vaya usted a saber qué se le puede ocurrir, nada bueno, por supuesto. La cultura machista y patriarcal que nos domina necesita hacerse fuerte a costa del desprestigio, la burla y la criminalización de todo lo que haga la mujer, la mujer libre y buscadora de la emancipación.

Así, en la Biblia, es Eva, una mujer, la causante del dolor, las enfermedades y la muerte. Eva, con sus malas artes de seductora, convence al pobre Adán de probar la fruta prohibida y desafiar a Dios. A partir de entonces el ser humano fue condenado al sufrimiento. La mujer coaligada con la serpiente fue responsable de la expulsión del Edén.

En el imaginario creado por la cultura machista y patriarcal que nos domina siempre es culpable, culpable de derrochar, culpable de las rupturas sentimentales, si una mujer comete una infidelidad es una golfa, una adúltera merecedora del repudio público; si el infiel es el hombre nos da pena porque el pobrecito ha tenido que buscar fuera lo que no tenía en casa. Lo mismo ocurre si una mujer ejerce su libertad sexual. Incluso si una mujer es violada siempre ponemos en duda su decencia y la consideramos culpable por su forma de comportarse o de vestir.

Justificamos también el maltrato y hacemos responsable a la mujer de los golpes recibidos, algo habrá hecho, pensamos. Parece mentira pero ese azulejo de los bares franquistas que decía aquello de la mujer, con la pata quebrada y en casa, sigue vigente. Lo último de esta cultura machista y patriarcal ha sido culpar a las mujeres que salieron a la calle el pasado 8 de marzo de ser las causantes del contagio del Covid-19 en nuestro país. La pandemia ha sido causada por las manifestaciones feministas, y nos quedamos tan tranquilos. Podíamos haber hablado de los eventos deportivos de ese fin de semana, liga de fútbol o baloncesto, de los conciertos celebrados o de los actos políticos, pero no, nuestra cultura machista ha sentenciado. El pecado original es responsabilidad de la mujer. Cuánta tarea nos queda para crecer en pie de igualdad como seres de la misma estatura. No podemos cejar en el intento, no podemos dar ni un paso atrás, todavía queda mucho.

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