La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La paz social y el clientelismo

Quizás la sensibilidad social de Chaves y Griñán les condujo a arbitrar un mecanismo de los ERE que facilitó la corrupción

La paz social garantizada por una mejora de la vida de los trabajadores siempre fue una obsesión para Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Uno, sindicalista de UGT y abogado laboralista; otro, inspector de Trabajo. En cuanto vinieron a Andalucía para proceder, vía electoral, al relevo de Rodríguez de la Borbolla, hubo ocasión de comprobarlo.

Nada más empezar la campaña electoral autonómica de 1990, la caravana de Chaves fue interceptada por un piquete de huelguistas del transporte. En la Costa del Sol, camino de Granada, después de un mitin en el Campo de Gibraltar. Se vivieron momentos de tensión antes de que los piqueteros dejaran seguir al "compañero Manolo" (no así a los periodistas, que llegamos a Granada a las dos de la madrugada). El incidente afectó al fututo presidente que, más adelante, también suspendió un esperado mitin en Linares para no ser interpelado por los obreros de Santana en crisis. Griñán era su hombre de confianza.

Años más tarde, uno de los consejeros de Trabajo que ejercieron bajo el mandato de Manuel Chaves confesaba que una de sus tareas, prácticamente cada mañana, era llamar a los secretarios generales de CCOO y UGT de Andalucía para preguntarles qué necesitaban y qué trabajadores de empresa o sector tendría que atender con prioridad. Actuaba así por indicación de Chaves, a tenor de su sensibilidad social y su vocación sindicalista.

En este contexto y con estos personajes nacen los ERE andaluces más tristemente famosos y su tramitación por el procedimiento especial que ha dado lugar al escándalo de corrupción que más ha perjudicado al PSOE contemporáneo (más que Filesa). El objetivo de Chaves, y después de Griñan, era conseguir la paz social a toda costa. Buscando objetivo tan deseable y legítimo se llegó a desarmar los mecanismos de control del dinero público y dejar su gestión en manos incontroladas que acabaron en corruptas.

También hay otro aspecto del caso que objetivamente daña a Griñan, Chaves, y al socialismo andaluz. Al administrar las ayudas públicas arbitrariamente se hacía posible destinarlas en parte a familiares, amigos y compañeros de militancia; es decir, a votantes del partido que manejaba los fondos, que gobernaba. Clientelismo se llama esto. Pero no es cierto que el PSOE haya gobernando tanto tiempo gracias a estas prácticas clientelares. Lo consiguió porque hizo muchas cosas buenas desde la Junta. La experiencia de los ERE no fue una de ellas. Según creo yo.

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