Lo que pasa con la NASA

Sevilla tiene su edificio y nosotros nos quedamos como estábamos. Si acaso lo sentirán un poco en Los Rosales

La vida te da sorpresas, decía Rubén Blades cuando cantaba la muerte del matón Pedro Navaja. No se equivocaba, el hombre. La vida, a veces, se anima con giros inesperados, sobresaltos y vueltas de guion de esas que te dejan con la boca abierta. Solo a veces, claro. La mayor parte del tiempo lo que tiene que pasar es justamente lo que pasa, como con esto de la NASA. En la elección de Sevilla como sede de la Agencia Espacial Española no ha habido sorpresa que quepa. Era de esperar, vaya. Primero, porque por muchas milongas que nos cuenten, Huelva no cumplía con algunos de los requisitos que el Gobierno exigía a las candidaturas, y si no díganme dónde está la "amplia red de acceso a medios de transporte público (aéreo, tren, especialmente trenes de alta velocidad, y carretera)" o el aeropuerto con conexiones internacionales "a menos de una hora de distancia". Obviamente, no lo tenemos en ningún sitio, pero por alguna extraña razón aquí se nos ha ocurrido tirar p'alante como los mulos, a sabiendas de que no tenemos opciones, para después echarle la culpa a la Junta, que vaya papelón también el suyo inclinándose por una provincia en favor de otra, por muchas buenas razones que hubiera. En Teruel, sin embargo, no solo han denunciado públicamente lo desequilibrado de los requisitos, sino que además los han llevado a los tribunales. Las cosas que hace la gente seria, vaya.

En todo caso, la suerte ya está echada. Sevilla tiene su edificio institucional y nosotros nos quedamos como estábamos. Si acaso lo sentirán un poco en Los Rosales, si es que alguna vez se creyeron, que lo dudo, que podían tener allí la NASA española. Poco daño más. Mi vida seguirá siendo la misma, y la tuya y la del vecino porque que Huelva sea la Agencia de nada tampoco nos la iba a mejorar. Lo que ayudaría de verdad es que nos paguen todo que nos deben. Esas cosas por las que, sorpresas de la vida, nos han rechazado en favor de Sevilla. Infraestructuras como la alta velocidad, un aeropuerto, buenas conexiones por carretera o, ya que estamos, algún edificio de esos molones con muchos cristales. La evidencia que destapa todo este asunto de la Agencia Espacial es que ni en Huelva ni en Teruel podremos nunca aspirar a nada en condiciones de igualdad, sencillamente porque no somos iguales, sino inferiores, y es hora de que lo vayamos asumiendo. No para lamentarnos dándonos de cabeza contra un muro o fustigarnos mientras entonamos el Pobre de mí, no, sino para tener argumentos (más aún, por si eran pocos) con los que exigir respeto y justicia. Si Huelva no es hoy sede de la Agencia Espacial no es por el Gobierno y sus requisitos a la carta, ni por la Junta y su torpeza política, ni por el alcalde y su candidatura fake, sino por la indolencia y la cobardía de los políticos mediocres y apesebrados que nos representan y de los que nos han representado desde que podemos votar. No tenemos NASA ni AVE ni aeropuerto ni carreteras adecuadas ni una mínima red de transporte público porque a ellos, a nuestros diputados, no les ha dado nunca la realísima gana.

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