Tanto Twitter, tanto Facebook e instagranes, manzanas y Gates, tanta red y tanto palabro, tanto oligopolio tecnológico norteamericano -qué mal se ha portado el mundo globalizado con Estados Unidos, Donald- que los holandeses han tirado por la ventana el aparataje informático de conteo de votos y volverán "al papel de toda la vida". En marzo hay elecciones legislativas en Holanda, la ultraderecha puede ganar y las autoridades bajas temen que los piratas de Putin les entren en sus programas informáticos y les manipulen los datos, así que sólo se votará con papeleta y urna, se contarán una a una y no se transmitirán por los canales cuánticos donde se esconden apostados los hackers del Kremlin. En la Casa Blanca ya hay más infiltrados que en el Círculo de Cambridge. Verán, en el papel se miente -a veces-, pero es más difícil, el soporte delata pronto el fraude, no es anónimo y está contrastado por años de exposición pública, pero la pantalla se presta a la gran mentira que el ser humano está dispuesto a creer. Nos encanta la mentira si ésta nos proporciona seguridad o nos abre el apetito del secreto. El virus zika es una invención islámica, nos advierte un trasunto de Donald Trump en la última temporada de Homeland. El papel ha muerto, viva el papel y no crean más mentiras: el periódico de hoy sabe mejor mañana. Como el potaje.

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