Entre dos orillas

Juan A. Romero

jaromero@paginasdelsur.com

La pandemia pone a prueba nuestros valores

Esta semana hemos asistido ojipláticos al desatino de muchos padres intentando justificar lo injustificable, al afirmar que sus hijos son víctimas de la mala gestión de los gobernantes, a quienes culpan de los sucesos del megabrote en Baleares. Un despropósito a la altura de las aglomeraciones vistas en los estadios en la Euro. Aunque para desafino el de las selecciones durante la ceremonia de himnos, que vaya si cantan malamente esos muchachos. Se ve que ninguno empezó en los prebenjamines de los Cantores de Viena o salió de punta en la chirigota de Gabi. Qué espanto. Oiga, pero España ahí se libra al tener marcha y no himno que entonar... si acaso el único que desafina es Luis Enrique con sus carajotadas a la prensa.

Al ver lo de Mallorca, produce tristeza y desazón escuchar a progenitores lanzar dardos a diestro y siniestro en vez de reconocer que los primeros responsables de lo sucedido son ellos mismos. Sabido es que inculcar valores a nuestros hijos no es tarea fácil. Pero precisamente el secreto está en enseñarles a no frustrarse ante una negativa por insignificante que esta sea. ¿Acaso cabe premiar y ser permisivos con nuestros adolescentes por el mero hecho de aprobar un curso cuando la única exigencia que estos deben tener a esas edades es la de estudiar y formarse? Papás y mamás, hay que tenerla de mármol para culpar al sistema de una decisión errónea como es permitir un viaje de tinte dionisíaco al templo de la movida sin pensar un momento en las decenas de miles de vidas perdidas que hemos soportado en esta maldita pandemia, que ni siquiera el oráculo Simón presagió. Cabe preguntarse cómo se sentirán de frustrados esos miles de profesores que han sufrido este curso un inexorable Plan de Contingencia en los institutos para velar por la salud de esos alumnos.

Cuesta identificarse con una sociedad que cada día da más la espalda a los principios fundamentales de toda convivencia: el respeto y la educación. Qué pronto se le ha olvidado a los mozalbetes y sus deudos que hace solo un año cantaban por el Dúo Dinámico y salían cada tarde a sus balcones a aplaudir a los héroes de la pandemia... ¿o acaso todo era impostado y marketiniano? A decir verdad, esos jovenzuelos bisoños en el arte de vivir tienen un mal espejo en el que mirarse, que son toda las huestes políticas que nos dirigen, muchos de ellos también jóvenes sin escrúpulos, capaces de distraernos con fatuas bagatelas mientras nos engañan desde sus poltronas, solo interesados en sus cuotas de poder y en los algoritmos de las encuestas de intención de voto. Que nos sirva a todos el ejemplo mallorquín para protegernos este verano. El bicho sigue entre nosotros.

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