Pedro López Martín, de Nerva, murió en un campo de concentración nazi el 22 de julio de 1941. Y junto a él como mínimo otros diez vecinos de la provincia de Huelva. Fueron declarados apátridas por el régimen de Francisco Franco, y enviados a morir horriblemente.

La semana pasada se cumplió una de las iniciativas de la Ley de Memoria Histórica para la reparación de las víctimas del nazismo, por las que fueron reconocidas las muertes de más de cuatro mil cuatrocientos españoles en el campo de exterminio de Mauthausen y en su subcampo de Gusen. Según muchos historiadores aún faltan muchos nombres en esa lista, seguramente alcanzaría los 9.000, y también otros lugares de horror, como el campo de concentración de Neuengamme, pero ha sido un paso para la recuperación de memoria importante.

La mayoría ya sabíamos que en Mauthausen fueron aniquilados cientos de miles de personas, un campo abierto en 1938 y liberado por los aliados el 5 de mayo de 1945, pero seguramente no conocíamos que allí murieron 7.500 republicanos españoles. Conocemos mejor la historia del nazismo que nuestra propia historia reciente, un mal que no termina de resolverse en nuestras escuelas, y que resulta imprescindible para comprender nuestra idiosincrasia colectiva y poder resolver asuntos pendientes. Cada vez son más los análisis y las denuncias de que en los libros de texto se blanquea la historia reciente: se desnaturalizan los motivos que generaron la Guerra Civil, se borra la represión posterior y por supuesto ni se nombran las conexiones del régimen con el nazismo o la falta de responsabilidad posterior de los países aliados para acabar con la dictadura.

El olvido hace que todo pueda justificarse, o reescribirse, y una verdad histórica refutada y ahora refrendada legalmente como que: ¡Franco cooperó con el holocausto nazi!, debe ser transmitida con claridad. En el próximo curso, en las aulas de los institutos de Huelva deberá nombrarse sin ambages a Amador Maldonado García, de El Campillo, a Antonio González Díaz, de Almonaster la Real, a Antonio Redondo Arenas, de Tharsis, a Eulogio Martín Martín y José Vázquez Sánchez, de Cortegana, a Francisco López Bermúdez, de Aracena, y a los nervenses Francisco Fernández Villavieja, Alfredo López Gómez, Nicomedes González Pablo, Pedro López Martín y Román Navarro Valera, como víctimas del holocausto nazi.

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