Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

El ombligo bajo nuestra mirada

No hay proyecto en Huelva que no cuente con la caterva de opositores que vienen de nuestra propia provincia

Acabo de cumplir dos años entre ustedes y cuando echo la vista atrás me parece mentira lo deprisa que pasa todo. Supongo que peino más canas de las que me gustaría y puede sonar a lo más viejuno que se me ocurra en los próximos días, pero es rotundamente cierto. Ese corto tiempo en Huelva sería más que suficiente para algunos para despreciar lo que diga a partir de esta línea, pero hay una cosa que me irrita de lo que he vivido en estos meses. Siempre compré en un Eroski; primero porque estoy acostumbrado a unos productos y sabores que han marcado mi vida y segundo, porque es de mi tierra. Supongo que es una característica que viene en nuestro ADN, ya que no soy el único vasco que lo hace. Nos sentimos orgullosos de lo nuestro, de lo que somos y siempre lo defendemos por encima de todo; no porque sea mejor, que cada uno lleva lo suyo por bandera de la mejor manera que puede, pero sí porque es nuestro. También es cierto que algunas de nuestras miserias son susceptibles de enterrarlas lo más hondo posible y no volver a recordarlas, pero con las otras, sí enarbolamos nuestro escudo con el lauburu y nos aprestamos a defenderlas por encima de todo. Eso lo echo de menos aquí.

Con más de dos décadas de residencia en Andalucía, siempre defendí que aquello que sea bueno para el sitio donde me encuentro y esté dentro de la ley, contará con mi aprobación más entusiasta. Por eso me es complicado entender que los proyectos que suponen riqueza y empleo en Huelva, tengan la mayor oposición de los propios onubenses. No hay proyecto que el Puerto intente llevar a efecto, que no encuentre su legión de incondicionales del desastre para cavar una trinchera a su alrededor; no hay proyecto urbano que se lleve a cabo en la capital, al que no le siga la caterva de generadores de recuerdos de aquella "Huelva de nuestros abuelos" que tanto echan de menos. Miren, el Bilbao de nuestros abuelos es bueno para recordar de dónde venimos y para aprender a dónde vamos, pero para nada más; no quiero ese modelo de ciudad hoy, ni por todo el oro del mundo, por más nuestra que sea. No hay que mirar atrás; las generaciones pasadas se avergonzarían de nosotros si no somos capaces de mejorar lo que hicieron. Hay que apostar por un desarrollo equilibrado y mirar más a nuestros nietos que a lo que dejamos detrás. Huelva merece que la defiendan, empezando por nosotros.

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