La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El odio está en los dos extremos

¿Los 12 escaños de Vox son más peligrosos para la democracia que los muchos de UP, ERC, PDeCAT, CUP o Bildu?

Terremoto en la política nacional por el resultado en Andalucía, escribía ayer con razón en este diario Pilar Cernuda. Pero también, por lo visto, en la internacional. A Sami Naïr le ha provocado una hemorragia apocalíptica: "Si bien España sólo cuenta ahora con un grupúsculo -Vox-, éste se inscribe de lleno en una ola de nacionalpopulismo neofascista que se extiende de modo alevoso por todo el mundo… El neofascismo europeo que surge en la actualidad es, por antonomasia, supremacista… Es el proyecto de una sociedad jerarquizada de señores y siervos…" (El País, ayer). Pelín exagerado, aun siendo preocupante el auge de la extrema derecha. Que, en el caso español, no es menos preocupante que el auge de la extrema izquierda.

Procuremos no equivocarnos si no queremos que Europa vuelva a sus peores horas (no tan lejanas: si el totalitarismo fascista y nazi de verdad fue derrotado en 1945, salvo en Portugal y España en sus formas salazarista y franquista, el totalitarismo comunista dominó media Europa hasta finales de los años 80. No cometamos los errores de llamar fascismo a lo que es populismo antisistema, alertar solo sobre el peligro de la extrema derecha dando por buena a la extrema izquierda e ignorar la violencia -Cataluña y Francia, estos días- que busca una causa para estallar, dándole igual el hecho puntual o la coartada ideológica que le sirva para ello. El salvajismo de los chalecos amarillos tiene orígenes identificados en la extrema derecha y la extrema izquierda que poco tienen que ver con la subida de los impuestos al gasoil. El cabreo de las clases medias empobrecidas y del mundo rural desatendido solo fue la excusa. El discurso del odio del que Naïr escribe no está solo en la extrema derecha.

Debería llamar la atención que los 12 escaños de Vox en el Parlamento andaluz parezcan muchísimo más peligrosos para la democracia española y europea que los muchos escaños de Unidos Podemos, ERC, PDeCAT, CUP, EH-Bildu y otros partidos antisistema de extrema izquierda o independentistas radicales en los parlamentos español, catalán o vasco. Y que los graves desórdenes de los chalecos amarillos o los cafres de los Comités de Defensa de la República. Será porque la izquierda siempre es buena, aunque sea extrema y violenta, y la derecha siempre es mala, aunque sea centrista y democrática (¿o no llaman fascistas a Casado y a Rivera?).

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