El relevo en la presidencia de la Diputación de Huelva de Ignacio Caraballo, quien ha sido su presidente desde hace nueve años, se desarrolló de manera telemática, fuera de los casi añorados plenos presenciales. Más frío y sin duda más alejado de posibles reproches de quienes se sentaban a su derecha en el palacio provincial. Cada uno hará el balance según su lugar en ese espectro político y todos serán igualmente defendibles. En menos de diez días la institución tendrá un nuevo presidente (o presidenta) que marcará un nuevo tiempo en el que el diálogo debe ser permanente. Hay mucho en juego.

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