La noticia

Miles de andaluces desisten de recibir lo que es suyo porque la Administración los disuade a base de impuestos

La noticia del pasado fin de semana no fueron los congresos de dos importantes partidos políticos nacionales. A ellos, la gente les importamos un comino, pues nosotros les debemos corresponder con igual gentileza: ¡Que los zurzan! La noticia del fin de semana la encampanaba este periódico el domingo en portada: miles de onubenses renuncian a cobrar sus herencias por los impuestos. He escrito en más de una ocasión contra la maldita ley que atraca a los andaluces directamente cuando heredan. Una cosa es la ley y otra cosa es la justicia. La ley es en este caso injusta, arbitraria, discriminatoria y expoliadora sin más. Vamos por partes. Dice la Constitución española que los españoles somos iguales ante la ley y que no puede haber discriminación por ninguna razón. Pues nada, papel mojado. Aquí, en Andalucía, nos limpiamos los mocos con la Constitución. Existe una flagrante y sangrante discriminación entre españoles a la hora de recibir una herencia. Si heredas en Andalucía, pagarás unas cien veces más de lo que pagas en Madrid, por ejemplo. Esto se llama terror fiscal, infierno fiscal y atraco fiscal. Después, durante el tiempo de realizar la declaración de la renta, vienen los mensajes buenistas y de colorido solidario para que paguemos felices. El que haya recién heredado y haya visto que la Administración autonómica se ha quedado con el piso que ha heredado de sus padres, ya me contarán cómo encara la cosa esa de la declaración de la renta.

En esta ley confiscatoria, contraria al artículo 31 de la Constitución, hay una cosa muy graciosa y que mucha gente desconoce: no le puedes dar dinero a tus hijos. Bueno, sí puedes, pero tiene que ser en forma de préstamo, supervisado por la Administración, y que tu hijo te tiene que devolver con sus recibos correspondientes. Si le das dinero a tu hijo porque te da la real gana, como siempre fue, los listos estos le llaman donación y por tanto allí están ellos para poner la mano. Otra gracia: un piso paga cada vez que cambia de propietario, sin haberlo vendido. Léase de marido a mujer, de mujer a hijos, de hijos a nietos. El piso no se ha vendido y ha pagado cuatro veces: cuando se compró y las siguientes tres transmisiones. José María el Tempranillo, Luis Candelas, y demás caballeros eran más finos, más elegantes, eran franciscanos de Asís al lado de esta Administración depredadora. Miles de andaluces desisten de recibir lo que es suyo porque la Administración los disuade a base de impuestos simplemente brutales. Y después se preguntan por qué la gente dice ¿con IVA o sin IVA?

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