Bajo nivel

En el Congreso de los Diputados, la demagogia y el pensamiento débil campan a sus anchas

Buena parte de lo que pasó en la sesión del pasado miércoles, en el Congreso de los Diputados, fue una repetición de lo que ha ocurrido en otras. Como era de esperar, hubo reproches mutuos, descalificaciones y acusaciones. Vamos, lo habitual. Pero, quizás, el problema principal no sea el espectáculo de ese conjunto de dimes y diretes -tampoco deseable-, sino el bajo nivel político, en general, de muchas de las intervenciones, carentes de buenos y sólidos argumentos que nos hagan ver que el país está dirigido por gente preparada, que sabe lo que hace y que, sin duda, persigue el progreso de una sociedad que está vapuleada por una pandemia y por la crisis social y económica que la acompaña. Uno de los ejemplos de ese pobre, llamémosle, nivelito, con aspiración de profundidad, nos lo ofreció el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique, al abordar el tema de la cultura del esfuerzo. Identificó esta expresión con el capitalismo y con la derecha, los cuales -según él- quieren dar a entender que si no se logra el éxito con los objetivos es porque quien sea no se ha esforzado suficientemente, por lo que toda la culpa del fracaso recae en esa persona, concluyendo el susodicho que eso es falso. Más simplista, imposible. En toda meta que nos propongamos siempre hay factores externos que nos pueden ayudar o perjudicar, pero también se encuentran los internos. Así, un estudiante podrá tener dificultades para estudiar porque a la vez está trabajando, pero si nunca -como se dice popularmente- "hinca los codos" nunca logrará aprobar, y lo mismo sucedería con quien tuviera todo lo externo a su favor. Por tanto, esa cuota, que corresponde a ese esfuerzo personal intransferible, es totalmente necesaria, pero la demagogia y el pensamiento débil de Echenique campa a sus anchas.

De todas formas, esa ausencia de solidez política también se ha observado en, prácticamente, el resto de los intervinientes, dejando claro que lo que van buscando es la mera propaganda, de la que no importa si se sustenta en alternativas o en hechos verdaderos o con sentido, sino en su capacidad para captar la atención y cautivar a seguidores y potenciales votantes de las próximas elecciones, aunque lo propagado no tenga ninguna concreción o sea imposible materializarlo. Después, a echar todo en el olvido y elaborar nuevos engaños o quimeras. En este asunto destaca Pedro Sánchez, quien en cada aparición pública se crece intentando vendernos la moto. Lo malo es que hay quienes pican y se la compran.

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