Un día recibes una llamada. Y a partir de ahí tu vida se pone patas arriba. A partir de ese momento sientes un agujero inmenso en el centro del pecho. Todo se tambalea a tu alrededor. Y las preguntas sin respuesta se agolpan en el fondo de la garganta. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? ¿Cómo se me pudo pasar por alto? ¿Cuánto tiempo llevaba sufriendo? Un día recibes una llamada y te dicen que tu hija, tu hermano, tu pareja, tu madre, pues que resulta que lo han encontrado muerto y con una nota de suicidio al lado. Y todo, absolutamente todo, salta en pedazos a tu alrededor.

No hay ningún patrón. Es decir: cualquiera de nosotros puede recibir esa llamada, no se trata de clases sociales, ni de edad, y es posible que todo ocurra en el subsuelo, en lo escondido, sin especiales señales de alarma. Ocurre en entornos rurales y en las grandes urbes, ancianos y adolescentes, mujeres y hombres… Hasta hace poco todo esto del suicidio era un tema tabú. De hecho existía un pacto no escrito para no mencionarlo en los Medios. Se pensaba que las noticias sobre suicidios podían incitar a otras personas a tomar esa dramática decisión. Hoy parece que el consenso va justamente en dirección contraria: es necesario poner esta cuestión encima de la mesa y tomar decisiones como sociedad.

Los datos producen escalofríos: en el día de hoy hasta 10 personas se van a suicidar en nuestro país. Ayer fueron otras diez. Mañana serán otras 10. Y así hasta los 3.671 que constan en los datos del 2019. Y muchos advierten que es posible que sea sólo la punta del iceberg: hay mucho suicidio que, ante la imposibilidad de confirmarlo, termina constando como accidente. Y por otra parte: los psicólogos están advirtiendo que la pandemia ha agravado todo lo relacionado con la salud mental y emocional. Esto es: en 2020 las cifras pueden empeorar mucho.

Parece que está cerca la aprobación de un Plan Nacional para la Prevención del Suicidio. Al menos eso están deseando asociaciones, familiares y expertos. Debería ser prioridad en la agenda política: el suicidio ya es la primera causa de muerte, por encima de los accidentes de tráfico. Supongo que, aún así, será inevitable que mucha gente siga bajándose de la vida de forma prematura, pero posiblemente muchas muertes pueden evitarse, y los supervivientes podrían recibir una atención adecuada para cerrar, en la medida de lo posible, el inmenso agujero del pecho.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios