Ajuste fino

Antonio Castro / Ancastro@huelvainformacion.es

El morbo que corre por los despachos

AUNQUE en apariencia todo esté tranquilo, hay como un movimiento de cargos oficiales en los departamentos provinciales de la Junta y el Gobierno central que andan por los pasillos con esa ansiedad mal disimulada de quienes esperan una llamada de teléfono.

Con la composición de los nuevos gobiernos, central y andaluz, el organigrama promete moverse al menos lo suficiente como para que parezca que un tiempo nuevo se inicia. Y ya hay delegados que miran de reojo y otros que preguntan qué hay de lo suyo, cuando nadie sino aquel que tiene poder para decidirlo lo sabe.

Lo peor de este nerviosismo mal disimulado es que los criterios para aupar o descabalgar a los cargos de sus despachos no son ni objetivos ni sujetos a mérito, sino consecuencia de una complicadísima distribución de influencias. El presidente Chaves, para componer su gobierno en la Junta y a partir de él las administraciones provinciales, es decir, las delegaciones, tiene que distribuir influencias internas en función de las familias -en el PSOE las hay, aunque no lo parezca-, provincias, género hombre/mujer y otros matices de menor rango pero definitorios al fin y al cabo de un gobierno en el que al final puede salir como consejero y posteriormente delegados algunos que ni siquiera ellos se esperan. Este misterio que nace de la falta de criterios previos establecidos en razón del mérito es lo que le da morbo a la decisión de un presidente a la hora de componer su gobierno y los escalones provinciales del mismo. Y ese morbo es lo que ahora corretea como un lobo desquiciado por algunos edificios de la Junta en Huelva.

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