Antonio Carrasco

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La moraleja de Diverxo

Olvídese de poner el precio que le parezca oportuno a su trabajo y regálelo, no sea que se le enfade el personal

Su trabajo no vale lo que cobra, lo que produce no merece lo que pide o el precio de su mercancía es indecente. Aplique esas expresiones a cualquier negocio o profesional. Hágalo a su propia experiencia personal. Es el pan nuestro de cada día en la jungla sin control del mundo de las redes sociales y el mal traído concepto de la gratuidad. La policía de la moral ya impone la tasa profesional que corresponde a cada cual.

Recientemente decidió Dabiz Muñoz elevar el precio del menú en su archiconocido restaurante Diverxo. El destacado como mejor restaurante del mundo en 2021 sube el cubierto por encima de los 300 euros. Muy bien que hace si tiene mercado para ello. Como si lo pone a 1.000 mientras haya quien lo pague. Lo caro y barato son conceptos subjetivos siempre. Hasta donde sabemos es un negocio privado de un tipo que detrás del personaje en apariencia extravagante por sus peinados demuestra una capacidad de emprendimiento y talento que trasciende los fogones. Es su negocio, del que comen él y unas cuantas familias y como tal le pone el precio que le de la gana a sus servicios. Luego usted va o no va. Tanto derecho tiene el que pide como el paga. Es así de sencillo.

El papel del público/cliente es discernir si quiere pagarlo o si puede hacerlo. Quizá sorprenda a mucha gente pero a Diverxo que se sepa todavía no ha ido nadie por obligación ni forzado. El que suscribe es de gustos culinarios mucho más tradicionales y no tiene a la alta cocina entre sus anhelos gastronómicos aunque alguna de las salsas de supermercado de Muñoz ha probado por curiosidad. Ni siquiera sabe si iría si se lo pudiese permitir. Lo que sí tiene claro es que nadie está en disposición de censurar a un profesional por el precio que pone a su trabajo. El mercado con su respuesta es el que marca la sentencia. Sin embargo, una vuelta por los comentarios en las noticias hace sentir que Muñoz con su negocio está cometiendo el crimen atroz de cobrar lo que le parece oportuno.

Hemos llegado con esto de la globalización, la digitalización y el todo gratis que en algunos sectores conocemos bien a un punto en el que ya nos sentimos desde nuestros púlpitos con la autoridad para disponer sobre lo que hacen o dicen los demás. Así que nada, olvídese de poner precio a su trabajo y regálelo no sea que se le enfaden.

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