Vivimos rodeados de mitos. No sé, si es que nos gustan o que necesitamos inventarlos. Antes, el mito los creaba el personaje, el tiempo, su proyección en la distancia o tal vez el asombro de figuración en la mente. Hoy día, no. Hoy se fabrican como las roquillas, en cantidad, a diario y con los adornos de la publicidad, cuando no por la mediocridad de quienes los consumen. Cada año, en esa rueda de las estaciones, de los días, se repiten los recuerdos a ciertas fechas o a personajes ya sean reales, de la fantasía o a esos héroes de la literatura que mantienen su culto vivo a la memoria de sus hazañas.

Cada noviembre surgen en mis pensamientos el recuerdo a una figura eterna, no solo en la tradición literaria, sino también en el reforzamientos de ideas y de personalidades, ya desfasadas, en la distancia de su eco y fama. Uno de esos mitos que aunque se mantiene cada día va bajando en popularidad es la figura conocida y popular de Don Juan. El conquistador galante, pretensioso, mujeriego, transgresor, pendenciero y admirado que, pese a sus siglos de fama literaria y teatral, para los españoles se instaló en la conciencia de todos con la obra famosa de un ilustre vallisoletano, ligado a Huelva por su acercamiento a la historia marinera como socio que fue de nuestra Sociedad Colombina Onubense. Me refiero, como muchos habrán pensado, en don José Zorrilla.

La figura del conocido autor de Don Juan Tenorio se popularizó enormemente en los años y en las tablas de los escenarios, por describir el prototipo de español valiente, enamorado y fanfarrón, que cautivaba a las mujeres, saltándose las leyes divinas y humanas para conseguir sus propósitos varoniles. Había nacido el mito. Y mientras este duró se fue agrandando y dando origen a estudios, de carácter médicos, por su gigante planteamiento psicosomático de existencia.

De todas esa investigaciones siempre recordaré la escrita por Gregorio Marañón, llena de aciertos psicológicos, que me cautivaron sobre el personaje y me llevaron a profundizar sobre esa legendaria y teatral figura que con humor y profundidad hicieron surgir aquel drama humano y amoroso en su inicio, que pasa a centrarse en el espíritu religioso y sobrenatural. Una bella historia de amor que perdona al burlador de Sevilla salvándolo en última instancia por la intercesión de su amada.

Hoy día, don José Zorrilla, no podría imaginar la figura actual del don Juan, avasallado, perseguido y maltratado en tesis feministas. Don Juan, tal como antes lo considerábamos, hoy haría el ridículo en cualquier discoteca y en manos femeninas tan diferente a los sutiles deseos monjiles de aquella doña Inés, de los tiempos de Carlos V.

Don Juan Tenorio, aunque ahora ya no la veamos en los escenarios, sigue siendo un punto de mira, de estudio y de atención sobre la personalidad de aquel español que Zorrilla nos describió en su fantasía llena de realidades. Este año pasó el mes de noviembre y ningún evento teatral ha programado la representación de este clásico de un género definido, Don Juan Tenorio ya no aparece ni en el facebook. ¿Qué ocurre?.¡ Pobre figura que ya no aguanta ni el tiempo actual!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios