L style="text-transform:uppercase">a utilización del miedo como instrumento de gobierno es la herramienta más conocida por quienes rigen los destinos de los pueblos. Su uso también se extiende al mundo animal, por lo que habría que pensar que es anterior a la constitución de las primeras aldeas, cuando ni el idioma ni las normas habían nacido aún y nos comunicábamos a base de gestos.

Los oráculos, los chamanes, los líderes de cualquier religión, saben mucho de esto. También, cómo no, los que desean detentar el poder político o económico. Curiosamente, los tres poderes citados -religioso, político y económico- van mucho más de la mano de lo que a primera vista parece.

Decía André Maurois que el miedo es el más peligroso de los sentimientos colectivos. Desde que nacemos recibimos estímulos en donde se nos inoculan claves que adaptarán nuestro comportamiento venidero a las convenciones sociales del lugar. Las frases "niño, eso no se hace" o "eso no se dice" que pusiera de moda un cantautor español, van por ese camino.

Se trata de adaptar nuestro proceder a los intereses de una minoría.

Nuestra vida está zarandeada por el trío citado, quienes manejan en las tinieblas los destinos de la humanidad. El infierno y el paraíso, el eje del mal y el del bien, lo negro y lo blanco, el cielo y la tierra…, son entelequias para encorsetar nuestra voluntad e independencia y atarnos a un modelo de pensamiento que no genere problemas al poder legal o, ilegalmente constituido, y aún más, ese argumento será utilizado para atacar a los que se alejen de las veredas señaladas en los códices diseñados para gobernarnos.

Si nos alejamos de lo general para centrarnos en lo particular, en lo ocurrido en las elecciones estadounidenses por ejemplo, podremos atisbar cómo se apela al mal como figura retórica: utilizando el miedo enraizado en nosotros con el único objetivo de encaminar nuestros pasos en las urnas hacia el lugar en que una formación política desea. Punto.

Se percibe en las actitudes, en las formas, en las proclamas de muchos líderes neoliberales, que están creciendo como las margaritas en primavera en los cinco continentes.

Miedo me dan las próximas elecciones que han de celebrarse en Francia y Alemania. No me gusta la música que ha llevado a Donald Trump a la presidencia del imperio. Nada.

Las libertades conquistadas durante más de un siglo pueden irse al traste en una década y no se hará de manera incruenta, no. Hay muchos intereses económicos por medio.

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